domingo, 30 de agosto de 2009

¿Y la pelota? En las nubes

Realidad y ficción muchas veces se nutren mutuamente. Sucede en TNT y en la vida real.
La historia de hoy es una preciosa anécdota que hace muchísimo tiempo me envió mi queridísimo Ángel Elías, pero que yo traspapelé accidentalmente. De tan bonita, parece irreal. Pero mejor dejo que sea Ángel quien se las cuente. Ahí les va su relato:


Antonio es un amigo de la universidad. Hace poco tiempo me contó una historia muy interesante. Resulta que él da clases en una escuela de área rural, a unos niños de una comunidad pobre. De aquellas que al vivir en la capital uno se olvida de que existen. Y, según me cuenta, los chicos llegan todos, el día cuando se sirve refacción o almuerzo. Entonces aquella escuelita reboza de estudiantes dispuestos a saciar su sed de conocimiento y, de paso, saciar su hambre.
Hace poco a sus estudiantes de segundo primaria los invitaron a jugar un campeonato entre escuelas. Fueron cuatro las invitadas y el día del evento sólo llegaron tres. Por lo que uno de los equipos pasó por reglamento a la final de esa cuadrangular.

Un día antes, este amigo le informó a sus niños que debían llegar con una pantaloneta negra y una playera blanca para poder jugar. Esto porque no tienen uniformes. Los niños supusieron que para jugar no habrían clases por lo que se pusieron felices.
Al día siguiente se presentaron como el profe les había dicho: de negro y de blanco. Pero con un detalle interesante. Unos llegaron con los zapatos con lo que van a la escuela, otros con botas de hule, otros con calcetines de distintos colores y otros sin calcetines. Un sinfín de detalles distintos entre ellos. Su participación, era en la final.
Al llegar los otros equipos eran del área urbana, todos con uniforme y un colegio con su busito propio. Los del busito, con todo y sus implementos deportivos, su entrenador y su pants con el logotipo del colegio para calentar.
¿Intimidados? para nada, dice Antonio. El primer partido llo ganaron os chicos del colegio y debían jugar contra los de la escuela de mi amigo. Su plan para ganar el campeonato era sencillo. Les dijo que el primer gol definiría todo. Que hicieran todo lo posible por ese gol y que después les daría más instrucciones. Y dicho y hecho. En una fortuita jugada, sus chicos metieron su único gol. Al medio tiempo le giró, como gran técnico y estratega, la fórmula del éxito. Les dijo: Pelota que vean, pelota que saquen del campo.
Y así lo hicieron. Cada pelota que llegaba con ellos la mandaban a saludar a las nubes. Y por ser la única pelota la que se volaba hasta detrás de las paredes y los alambrados, se detenía el juego y se perdían minutos en irla a buscar. Así hasta llegar el final del partido. Los chicos del colegio se regresaron con el segundo lugar en su busito y los niños de mi amigo Antonio, regresaron corriendo por las calles de aquel lugar, con el trofeo de campeones, el primero para ellos y el único para la escuela.

viernes, 28 de agosto de 2009

Extrañas conexiones (vuelven los fantasmas del pasado)

Queridísimos todos,
No imaginan la alegría de volver a estar más o menos de vuelta y encontrar sus mensajes tan llenos de cariño y amistad. Así hasta dan gana de volver a alejarse, jajajaja. Son bromas.
Y bueno, el viernes ya se volvió tradición contar aquí historias de miedito. De esas que hablan de situaciones extrañas, difíciles de entender o explicar. Tal como lo prometí ayer, hoy Aarón nos cuenta la saga de las historias extrañas con su ex. Pero mejor no los aburro y los dejo con nuestro invitado:


He tenido semanas complicadas últimamente, son las últimas para cerrar el pensum. Se me había olvidado qué dura es la universidad. Claro, iba todos los sábados, pero no como estoy ahorita: cuatro cursos cargados de material y con miles de proyectos de los cuales unos me encantan y otros no. En fin, desde hace unos días he estado teniendo sueños feos y que no me dejan dormir, aparte de tanta cosa que tengo en la mente.
Una vez alguien me dijo que cuando uno sueña que se le caen los dientes, es porque alguien se va a morir, o si soñás a alguien que se está casando, esa persona muere. No sé, no sé que tan cierto sea, pero la verdad es que he soñado dos veces que se me caen los dientes y es desesperante en el sueño porque no es un diente, sino toda mi dentadura y siento el sabor de la sangre y las encías lastimadas. Despierto desesperado y no encuentro qué estoy haciendo, aparte porque me cambié de cuarto y todo está fuera de lugar jejeje. Bueno, la primera vez fue el primer sábado de inicio de semestre, me levanté a las 3 de la madrugada (recuerden que esa hora tiene muchos significados), y a las 5 me levantaba para alistarme para ir a la U. Pasé por mi novia y ella me fue a dejar a mi U y ella se fue a la USAC. Al final de la mañana, sentado en las afueras del salón de clases, vi que alguien se aproximaba pero no le puse coco, pero cuando la vi cerca era mi ex. Sí, sabía que ella estaba en la misma universidad, pero no me acordaba que estaba en el mismo edificio, en fin, esa fue la primera conexión de un mal presentimiento, pero esto no termina allí.
Yo sé que algo no está bien, algo me dice que le hable, pero no quiero. Mi novia me pregunta si siento algo por ella, claro que no, tal vez curiosidad de saber cómo está, si las cosas siguen igual o mejor, o peor, pero no lo hago. El segundo sábado, me quedé tarde esperando a que me fuera a traer mi novia, y me quedé platicando con un ingeniero que es nuevo y pues hay que ganar puntos va, está difícil jajaja. Bueno, de lo que no me había percatado es de que cuando nosotros salimos ya hay un grupo esperando para entrar y pues efectivamente ese día no esperaron y entraron sin darnos tiempo de despedirnos bien. Cuando me volví a sentar noté que ya no era mi curso y era otra la catedrática. Volteé a ver y ¿a que no saben a quién vi? pues claro, a mi ex. Ella está en segundo año y yo en cuarto año.
Salí para no crear controversias, y me fui con mi grupo a otro nivel, esto es lo que me tiene asustado. En el 6to. nivel, no hay paso para el anexo, y al final del pasillo solo hay pared, no hay nada más, pues estábamos mi grupo y yo sentados en el pasillo esperando a ponernos de acuerdo cuando vimos luz al final del pasillo, no artificial, sino la luz del dia, y vi una silueta, una persona parada justo al final del pasillo que se perdió cuando giró hacia "la supuesta salida del pasillo", donde solo había pared. Al principio pensé que estaba alucinando, pero otro del grupo comento "muchá, ¿allí hay paso al otro edificio?", todos dudamos y yo para variar curioso fui a ver (shutear), y no encontré nada y el pasillo ya estaba oscuro y, por supuesto, con tope. Regresé estupefacto y les dije que no, y todos comentamos, pero pensamos que ya era el cansancio.
Ahora bien, esto no se queda acá, porque a lo largo de la semana he visto cosas, que comentaré más adelante, porque ya me extendí. Pero ahora tengo una duda: ¿tiene que ver con mi ex, con mi cansancio, con el estrés, o estoy inhalando sustancias tóxicas? Jajaja. No pues, ahora más que nunca quiero preguntarle un par de cosas a mi ex, pero la vida no es fácil para mí ahorita y prefiero pensar que lo que he visto es cuestión del estrés y la falta de sueño.

jueves, 27 de agosto de 2009

Pepe y otros agradecimientos

No conozco a Pepe pero me robó el corazón. Es un guatemalteco muy especial, que ama a su país con todo y los habitantes que tiene encima. Tiene una intensa actividad en la Internet y un blog o un montón de blogs, o algo parecido que aparece siempre en muchísimas búsquedas sobre la Guatebuenita.

Y aunque solo me he cruzado con él dos o tres mensajes de correo electrónico, el contenido de lo que dice en ellos y en su blog Chilero me convencen de que se trata de una gran persona.


Hace como un mes me escribió contándome de la maratón de blogs, una actividad que él inició hace cuatro años y que habla mucho de su calidad humana, no porque hable sobre él, sino la forma como él ve a los demás, las cosas buenas que destaca de otros.


Lamentablemente para mí, en ese momento no pude ver y entender exactamente de qué se trataba. Justo en aquellos días mi vida tuvo un giro que me sacó de golpe de la blogósfera, que es el área que a mí más me gusta y envicia de la web.


Hasta hoy tuve un momento para ver de qué se trataba todo aquello. ¡Hasta hoy! Y me encontré con esta hermosa sorpresa.


Mil gracias Pepe, me gustó muchísimo la reseña y tus conceptos sobre las historias citadinas y mis dibujitos. He leído otras reseñas como la del Verde, El último de Paz o Juan Pablo Dardón, y conforme tenga tiempo terminaré mis lecturas.


Te deseo muchísimos éxitos.


Otros agradecimientos


No me alcanzaría el tiempo para poder agradecer acá, públicamente a cada uno de los amigos blogueros que durante todo este tiempo se han comunicado conmigo a través del blog, el correo electrónico y hasta por teléfono, con saludos, preguntas, historias y muchos temas más.
Aunque no he podido responder a la mayoría de mensajes, pues no podía entrar a mi correo ni a mi blog con el tiempo suficiente, lo iré haciendo poco a poco. Por ahora, solo puedo decirles


¡GRACIAS!


Les dejo mi corazón y un apapacho.

¿Eso significa que ya regresé? No lo sé. La verdad es que en estos momentos sigo un poco complicada, pero ya es menos. Poco a poco iré aterrizando de nuevo. Mientras tanto, en mis ratos libres pude avanzar en algunas historias y dibujitos. Asi que mañana vuelven las historias de miedo... ¿adivinen? ¡Por supuesto! de la mano de Aarón.

lunes, 10 de agosto de 2009

A la orilla del precipicio (como que me cuidan III)

Yo no sé si es normal que a lo largo de una vida haya tantas situaciones al borde de la muerte o de extremo peligro como creo que ha habido en la mía. En todo caso estoy consciente de que he salido bien librada (de manera asombrosa, fuera de lo común) de experiencias extremas.
Esa es una de las razones por las que a veces pienso que de verdad existe un ángel de la guarda. Bueee, no uno, sino un ejército de ángeles que lo cuidan a uno. Ya he contado algunas de mis historias en la serie “Dura de matar y de morir”, o en la serie “Como que me cuidan”.
Pues bien, hoy que regreso a este espacio, me gustaría compartir con ustedes otra de esas ocasiones extremas en las que estuve al borde de morir… pero esta vez, también estuve a punto de matar a mis dos hijitas.
Resulta que hace algunos años cuando recién me había divorciado, cada vez que planificaba salir de la ciudad con mis hijas, me gustaba viajar muy temprano para evitar el tráfico en la carretera y aprovechar el día. Era casi una obsesión salir de madrugada. Íbamos con cierta frecuencia a Panajachel pues tengo una hermana que vive allá y que es muy hospitalaria.
Un día, armamos maletas y salimos de madrugada a visitar a mi hermana. Yo estaba muy cansada porque a veces salía súper tarde del trabajo y casi no dormía. Aquel sábado el cansancio era terrible, pero como yo no entendía que podía permitirme salir más tarde, pues subí a mis hijas al súper Chevy y nos fuimos cuando el sol aún no se había desperezado.
No recuerdo cuánto habíamos avanzado en el trayecto, quizá unos 80 o 90 kilómetros. Recuerdo sí, que el sol comenzaba a entibiar la carretera y a pintar de rosa el horizonte. Sin embargo, mi cansancio era total. Unos metros antes de llegar a un tramo muy peligroso, en donde hay muchos precipicios a ambos lados de la cinta asfáltica, debo haberme quedado dormida.
Quizás fueron segundos, lo cierto es que justo antes de llegar al precipicio una fuerte bocina (claxon) me despertó. Era la de un bus extraurbano que iba detrás de nosotras y cuyo conductor vio que algo andaba mal conmigo (seguramente yo conducía de manera errática). En ese momento vi que me había salido de la carretera en un pequeño tramo en donde aún había una parte de terracería que me permitió este desvío sin caer al precipicio o chocar con un paredón.
Detuve el carro y me quedé analizando lo que había pasado. ¡Estoy loca! Pensé. En ese momento vi que mis dos nenas dormían plácidamente ajenas al peligro que acabábamos de pasar. Cerré bien la ventanilla y descansé un rato más. Luego, ya repuesta del sueño y del susto, seguí la marcha con todos mis sentidos puestos en el camino. Tenía una horrible sensación de irresponsabilidad, de haber puesto en peligro la vida de mis nenas lindas. A partir de ese día, nunca más volví a salir tan temprano y nunca más he vuelto a conducir cansada. Sé que hay ángeles que viajan conmigo, pero esa no es razón para atenerme y cometer imprudencias.
Porfis, nunca conduzcan cuando estén cansados. Si tienen prisa, busquen a alguien que los acompañe y que pueda conducir o mantenerlos despiertos con su compañía. Pero no conduzcan si tienen mucho sueño.

jueves, 6 de agosto de 2009

Condolencias equivocadas


Las metidas de pata, las confusiones y demás aconteceres cobran una dimensión más chistosa en medio de determinados ambientes. Digamos que las cosas se vuelven más divertidas si estamos en medio de algo sumamente serio.
Pues bien, les contaré que cuando murió mi abuela materna (en mayo de este año), durante el velatorio tuvo lugar un incidente muy chistoso. Y aunque las protagonistas (que eran las más afectadas emocionalmente) quisieron disimularlo, yo estaba allí para tomar la película y reírme un ratito a sus costillas (sorry, mami).
Resulta que mi mamá y su hermana Mary son muy parecidas físicamente. Ellas dos estaban más vinculadas a su mamá porque se turnaban para cuidarla en sus últimos años de vida.
Pues resulta que entró a la funeraria una mujer de la tercera edad (coetánea de mi mamá y mi tía) y muy segura de sí misma se acercó a mi tía con los brazos abiertos y de manera muy familiar. Mi tía, que es muy diplomática, recibió aquel abrazo con ojitos de ¿quién es ésta?
En ese momento vi que mi mamá levantó la mano para saludar a la recién llegada, que era una amiga suya.
La mujer, medio perpleja, soltó a mi tía y se disculpó por confundirla.
Mi tía, con una sonrisa, también se disculpó diciéndole: No se preocupe, yo pensé que era una conocida y me sentía mal por no poder decirle el nombre.
Mi mami se acercó para terminar de integrar el terceto de despistadas y les dijo: Yo creí que ustedes dos se conocían, jajaja.
Bueno fue un momento refrescante y divertido en medio de un velatorio. Afortunadamente, mi tía y mi mamá ya estaban preparadas para la muerte de su mamá (que tenía 102 años), por lo que no tengo remordimientos para contarles esta simpática anécdota.

martes, 4 de agosto de 2009

Arriba... abajo… ¿subir o bajar?

Creo que todo el mundo estará de acuerdo conmigo en que aunque hablemos el mismo idioma no nos entendemos. Antes creía que era cuestión generacional o cultural… pero no. Al parecer hay muchas cosas más que impiden que los temas más triviales causen confusión entre nosotros.
¿Quieren un ejemplo? Pues bien, aquí les traje esta anécdota de cómo lo que para mí es subir, para mi progenitora es bajar. Believe it or not!
Sucede que la nomenclatura de la capital guatemalteca está basada en el sistema de meridianos y paralelos. Las avenidas capitalinas (principalmente en el centro de la ciudad) van de norte a sur, y las calles de oriente a occidente. Así, si una persona vive en la 7ª. avenida 8-35 de la zona 1, significa que su casa está ubicada sobre la 7ª. avenida, entre la octava y la novena calles. Es decir, a 35 m, aproximadamente de la 8ª. calle. Conforme las casas se acerquen a la novena calle, la numeración irá subiendo. La casa ubicada en la 7ª avenida 8-76 estará ubicada sobre la misma calle, pero en la fila de casas de enfrente (los números pares están de un lado de la calle y los números impares en el otro). Dicha casa, pues, estará a 76 metros de la 8ª. calle (pues una cuadra mide aproximadamente cien metros). En otras palabras, dicha casa estará más cerca de la 9ª. calle que de la 8ª. Por esa razón, al pasar de una calle a otra, va subiendo la nomenclatura.
Por otra parte, el terreno donde está ubicado el centro de la ciudad no necesariamente es tan plano. Hay calles con una inclinación pronunciada, por lo que podemos hablar de subir o bajar, según la dirección que tomemos.
Un día, estábamos con mi mamá en el centro de la ciudad haciendo mandados. Teníamos que hacer algunos pagos, por lo que ella me dijo:
- Subamos al Banco Industrial, allí los podremos hacer todos.
Había una agencia de dicho banco en la 4ª. avenida y otra en la 7ª. avenida. Como nosotras estábamos en la 6ª. avenida y mi mamá dijo “subamos”, yo tomé hacia arriba, según la inclinación de la calle, en tanto que ella bajó.
De más está decir que ambas soltamos la carcajada cuando tomamos direcciones contrarias.
-¿No dijiste que subiéramos? Le pregunté entre risas.
-Si, respondió. Subamos a la 7ª. avenida.
En fin, después de unos momentos de aturdimiento, nos dimos cuenta de que ella se guiaba por la nomenclatura (al pasar de la 6ª. a la 7ª. avenida, subíamos) y yo, en cambio, por la inclinación del terreno (al pasar de la 6ª. a la 4ª. avenida, debíamos ir hacia arriba, según la inclinación del terreno).
¡Plop!