domingo, 17 de agosto de 2008

Ese maldito pegue
(Despistada I)

Hace como cuatrocientos años, cuando yo era joven, feliz e indocumentada, me reí mucho de algo ridículo que le pasó a mi hermana mayor cuando empezaba en la edad de la coquetería. Un día subió a la camioneta y vio cómo hombres e incluso mujeres le veían las piernas. Wow, pensó ella con el ego súper inflado, qué pegue, que buenas piernas tengo. Se sentó y al cruzarlas para lucirlas mejor se dio cuenta del centro de atención: al parecer no era muy diestra con el uso de la maquinita de afeitar, así que lo que todo el mundo vio no eran sus bien torneadas piernas, sino la sangre que corría por la cortadura que no sintió.
Pensé que no podía haber nada peor que pudiera sucederle a una mujer... Bueno, sólo tuvieron que pasar como 399 años para que sucediera el evento, y esta vez conmigo como la primera actriz.
Fue a principios de este inolvidable 2008, una soleada mañana de enero. Fui a un centro comercial, hice algunos mandados y luego me dirigí a la oficina. Al salir del sótano en mi super Chevy el sol golpeó mis ojos y, sin soltar el timón busqué debajo de mi bolsa (que pesa como diez libras) mis lentes oscuros. Me los puse y sentí algo raro, no podía ver bien, pero no supe qué era. Estaba más preocupada de salir del centro comercial y tomar la calle, tarea difícil pues en este país es difícil que te cedan el paso. Nadie me daba el paso, pero todos los conductores me veían. ¿Serán las feromonas? ¿El maldito pegue?
Ah, por fin un gentil caballero me dio el paso sin quitarme los ojos de encima. Yo me sentía la reina del volante, a mi edad y todavía los hombres me voltean a ver detenidamente. El gusto me duró poco. Media cuadra hasta que llegué al semáforo, donde intentaba explicarme por qué no veía bien. Sentí que el aro del lente me pellizcaba la mejilla y cuando me quité las gafas comprendí el motivo de las miradas. El peso de mi bolsa había quebrado uno de los lentes, así que con un ojo veía claro y con el otro oscuro. Ah, no más comentarios, todavía me da mucha risa imaginar lo que pensaba la gente cuando me veía saliendo con mi carrito con un lente sí y otro no. En fin...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

querida citadina
me gusta mucho tu blog, me encanta. Hoy en la mañana me divertí con eso de un lente sí y otro no, y con lo de tu sangrada hermana.

saludos
juan carlos

Angel Elías dijo...

jajajaja
esa tu historia esta buena...
lo mismo le paso a una amiga, pero ella se dio cuenta 3 horas después...

Y eso que ella los necesita para ver!!!

Zarek dijo...

tá buenísimo Nancy!A mí me acaba de pasar!

Maribel dijo...

Que buenas historias, me reí hasta las lágrimas. Eso del despiste es sumamente divertido.

LadyMarian dijo...

jajajaja!! Buenísima historia! jajajaja!!! Y el dibujo me encanto!!!
Besos

Nancy dijo...

Maribel y Lady Marian, se merecen un premio por haber sido las únicas que llegaron hasta aquí y comentarosn. Son lo MAX...

LadyMarian dijo...

En serio? Fuimos las únicas? Es la curiosidad... Ay! Es que a mí me mata siempre la curiosidad!! Gracias a la curiosidad me he encontrado por ejemplo con libros buenísimos y poco conocidos y con bodrios espantosos.

Besos

Nancy dijo...

Gracias por tu curiosidad, ¿acaso eres periodista?