La historia ocurrió hace muchísimo tiempo, a finales de los años sesentas, si no estoy mal. Años antes, mi papá había vivido en una casa de huéspedes ubicada en la tercera avenida, entre 3ª. y 4ª. calles de la zona 1. La amistad con la dueña de aquella casa era muy estrecha, tanto que ella era la madrina de mi hermana mayor.
Esta señora, a quien llamábamos Mima (q.p.d.), había tenido un hijo más o menos de la edad de mis padres, pero falleció en un accidente de motocicleta.
Como era madre soltera y había sido su único hijo, Mima mantenía la habitación del malogrado vástago tal y como él la dejó el último día de su vida.
Pero bueno, no sé cuántos años habían pasado de la muerte del hijo y quién sabe cuánto tiempo había pasado desde que mi papá dejó la casa de huéspedes para fundar su propio hogar.
Lo cierto es que una tarde (creo que fue en fin de semana) se presentó a la casa de mis papás Mingo, un empleado de Mima. Le pidió con urgencia a mi papá que lo acompañara pues sucesos muy extraños habían estado ocurriendo a lo largo del día en la casa de huéspedes. Mima estaba desesperada y quería su apoyo y consejo.
En fin, cuando mi padre llegó, todos en la casa estaban alarmados. No sé cuánta gente había, pero al menos estaban Mima, Mingo, la “Nana” (una indígena que ayudaba con el oficio y la cocina) y algunos huéspedes. Le contaron a mi papá que se movían las cosas, algunas salían lanzadas por el aire violentamente contra los allí presentes, otros objetos se incineraban solos. Todo era un caos, había desorden, olor a quemado, cosas quebradas... Además, la casa estaba demasiado fría.
Mi papá fue testigo de sucesos inexplicables: vio cómo se quemaban cosas y nunca olvida cómo tres pequeñas repisas con algún adorno se fueron incendiando una a una, como si las hubieran cronometrado.
Poco después de que mi papá se presentara, llegó una medium, recomendada quién sabe por qué huésped. La mujer se sintió mal desde el principio pero decidió recorrer la casa, sin embargo, al pararse frente a la puerta del dormitorio del hijo de Mima el frío se hizo más intenso y en ese instante se incendió toda la ropa del difunto. La medium pidió un crucifijo y nadie tenía uno… excepto mi papá que siempre lleva uno en una cadenita de oro que le regaló mi mamá. Mi papá suele ponerse la cadenita sin necesidad de destrabar el broche, pero en ese momento tal parecía que se le hubiera pegado a la piel. Fue imposible que se la sacara o que pudieran desabrocharla.
Entonces, aquella mujer dio marcha atrás. Dijo que era demasiado malo lo que había allí y que ella mejor se iba. No sé si fue una deducción de ella o de alguien más, pero alguien sugirió que le habían hecho brujería a uno de los huéspedes…
Antes de irse, la medium recomendó que llamaran a los curas de La Recolección, una iglesia ubicada a una cuadra de la casa de Mima.
Así lo hicieron. Fueron a llamar a un hermano franciscano (pues dicha orden es o era la que tenía a su cargo la iglesia). Pero también fue atacado por los fenómenos extraordinarios. Entonces, este religioso fue por “refuerzos”, así que llegaron otros dos o tres franciscanos más.
Se sentaron a rezar en la mesa de la cocina, en cuyo centro había una maceta con alguna plantita. Pero cuando el religioso que llevaba la oración estaba rezando, se avivaron los ataques. Un puñado de tierra salió lanzado desde la maceta justo hacia su boca.
No recuerdo qué otras cosas horribles les pasaron a los pobres franciscanos, lo cierto es que se fueron de la casa sin poder controlar todo aquel alboroto.
Finalmente (y tampoco recuerdo cómo) se fueron apaciguando las cosas y todo volvió a una relativa calma.
Cuando mi papá regresó a la casa y le contó a mi mamá todo lo ocurrido, pudo, sin ningún problema, sacarse la cadenita con el crucifijo.
Yo conocí esa casa, de hecho allí ocurrió una simpática historia que ya les conté. Tenía un olor muy particular. Mi mamá nos decía que era el olor de los orines de los perros de Mima, pero han sido contadísimas las ocasiones en las que lo he vuelto a sentir… situaciones que no quisiera volver a vivir.
En fin. A partir de aquel día y por muchos años después, siempre paraba frente aquella casa la procesión de la Virgen (no me pregunten cuál Virgen, es una que está parada sobre una luna). Supongo que algún informe sobre aquellos extraños incidentes deben haber rendido los franciscanos a las autoridades eclesiásticas.
Pasaron los años y aquella casa no resistió la embestida del terremoto de 1976. Para ese entonces, Mima ya no vivía allí.
Hace algunos meses pasé frente al lugar y vi que ahora hay allí un taller o un parqueo, no lo recuerdo bien. He deseado bajarme y preguntar si siguen ocurriendo cosas extrañas, o si sigue deteniéndose frente al lugar la procesión de la Virgen… pero he sido muy negligente y todo lo he dejado para después.
Pero de una cosa estoy segura: lo que allí ocurrió fue real, le creo a mi papá y hubo muchos otros testigos más. Además, como dije, debe existir algún informe en algún archivo de la Iglesia Católica.
Y bien, colorín colorado, esta historia ha terminado. Les deseo mañana una excelente noche de brujas… o de los muertos….wwwwuuuaaaaajjajajajajajaja