domingo, 31 de mayo de 2009

El ataque del zombi

Quería empezar la semana con esta divertida historia (para que no se olviden de sonreír), pero no me contuve y decidí publicarla desde hoy. Me la envió Cinthya, una guatemalteca radicada en Estados Unidos. No sé ustedes, pero cuando la leí la primera vez parecía loquita carcajeándome yo sola. Y cuando la volví a leer para hacer el dibujito, no pude evitar seguirme riendo. Disfrútenla.

Resulta que con mi hijo grande fuimos a Universal Studios en California. Una de las primeras atracciones es la casa embrujada. A mí eso no muy me gusta pues me da miedo de veras y todo me lo creo. Pero dado que a mi hijo sí y uno hace de todo por los hijos decidí entrar.
La atracción no es de subirse a un carrito sino de caminar por la casa embrujada. Cuando entré pensé que iban a salir como calveras saltando en resortes, poingggg o algo así. Pero resulta que tiene gente de verdad haciendo de zombis y demás, lo cual me pavorizó. Al entrar va uno caminado como en un corredor que termina en un umbral donde hay que cruzar a la derecha. Al empezar a acercase sale de la oscuridad a la izquierda un zombi. Cuando lo veo empiezo a pegar de gritos y me detengo y aíi toda la fila detrás de mí. El zombi se regresa así que empiezo a tratar de pasar pero este vuelve a salir.
A ese punto ya me estaba muriendo del miedo y solo me agaché y gritaba - ¡no puedo pasar no puedo pasar!. El zombie seguramente matandose de la risa adentro del disfraz se acerca y se agacha como a quitarme el zapato. Luego se regresa a su esquina. Mi hijo solo me decia pase, pase, y yo decia no puedo no puedo. En esas estabamos que el zombie sala y yo gritaba y toda la gente atrás amontonándose hasta que mi hijo se fue adelante, se paró con los brazos abiertos como deteniendo al zombie y me dijo - ¡Ya pase que solo es un señor!!. Yo pasé más volando que corriendo... A todo esto era un ataque de risa y espanto, risa de saber que no era cierto y de los ridículo de mis reacciones y espanto que no podía contener. A todo esto seguimos en la casa de espantos igual muerta de miedo y faltaba pasar por todo el resto de la casa aún y yo sentia que de todos lados salian cosas.Seguimos y cuando ya me tranquilicé y empecé a recobrar mis sentidos empecé a sentir algo raro y me di cuenta de que me habia hecho pipí total!!!! Afortunadamente llevaba una blusa larga asi que cuando salí no se notó, pero igual me tuve que ir a comprar ropa a la tienda del parque para continuar el día.


Cinthya

viernes, 29 de mayo de 2009

El hombre que veía venir la muerte III

Parece que las semanas sólo tienen tres días: viernes, domingo, lunes... y de nuevo es viernes...
Ay ¿por qué será que los días pasan tan rápido para mí? ¿Quién fue el que dijo que paren el mundo que me quiero bajar? ya me dio vértigo.
En fin. Es viernes de nuevo... ya saben... y para quienes no lo saben, en este blog se cuentan historias de espantos, aparecidos y fenómenos extraños los viernes.
Hoy, volvemos con la serie de mi papá, es decir, el hombre que ve venir la muerte.
Pues bien, esta historia sucedió hace alrededor de 40 años. Mis papás habían tenido a su sexta hija, Mónica.
Lamentablemente mi pequeña hermanita nació enferma, peritonitis o algo así, y sólo vivió unos 10 o 12 días. Casi desde sus primeros días, la niña tuvo que permanecer hospitalizada.
Una noche, mis papás ya se habían ido a dormir. Pero como a la media noche mi mamá despertó y se llevó tremendo susto al ver que en la habitación contigua a la suya, destinada a la pequeña recién nacida, había una figura etérea. Era como una imagen gaseosa que flotaba.
Mi mamá, con miedo, despertó a mi papá y le señaló el lugar.
Al verla, mi papá le dijo: Es mi mamá. Seguramente vino por la chiquitía.
Al día siguiente, mis papás fueron al hospital y les dieron la triste noticia de la muerte de mi hermanita.
Quisiera creer que realmente se fue en brazos de la abuelita que no conocimos. Que esa mujer tan especial y tan presente en nuestras vidas estuvo acompañándola en los últimos minutos de su efímera existencia.
Mi abuelita paterna ha sido varias veces quien en sueños, o en esta forma etérea, se le ha "presentado" a mi papá en la víspera de la muerte de un familiar. Ya les contaré en otra historia.

miércoles, 27 de mayo de 2009

¿Aló? ¿Hablo a Argentina?

Uy, tanto tiempo sin postear... es que... bueee, ando mera ocupadita. Y bien, hoy los dejaré con una historia de mi querido Ángel Elías. Disfrútenla:

Andrés es un tipo buena gente. Esto porque lo conozco desde hace ya bastante tiempo. Su único defecto, es muy enamoradizo. Que aunque esta situación no es del todo mala, sí podríamos decir que con su suerte es una tortura.
Hace algunos meses conoció a una chica, con la que se veía muy entusiasmado y ella con él. Yo la vi un par de veces, una chica que para ser sincero muy linda y elegante. Pasaron los meses y él me contaba que estaba enamorado de ella. Resumía su relación con ella como un idilio paradisíaco. Encontraba, por fin, rumbo a su desorbitada vida. En otras palabras, las cosas marchaban muy bien. Hasta ese día.
Resulta que esta chica le había guardado un secreto hasta el último momento. Secreto que mi amigo se entera el día que la invita a almorzar y formalizar con ella la relación. El secreto que su damisela le confiesa hace que él ya no pueda decirle nada. Ella se iba del país. Con todo y maletas, sueños, esperanzas y por supuesto con el corazón de Andrés. Su destino Argentina, para continuar con su vida profesional.
Mi amigo entre su congoja me dice que eso está muy lejos. Que se le hubiera hecho más fácil seguirla si por lo menos hubiese elegido EE.UU. Pero no, ella se atraviesa el continente, para vivir con los gauchos. Un mes después ella parte y Andrés la llega a despedir al aeropuerto.
Andrés con el paso de las semanas parecía más decaído. Pasando en su sexta semana la peor de sus crisis. Luego lentamente recupera su lozanía. Parecía que poco a poco se redimía. Hace unas semanas vino con cara de angustia a mi casa. –Se me apareció en la calle –me dice. Y por un momento creí que ella había vuelto. –La he visto en la calle, en la parada, cuando tomo el bus, en la pasarela, dentro del periódico, en la televisión, esto es una tortura –me dice. En ese momento creí sinceramente que este tipo había perdido el juicio. Y le pido que me explique despacio. Sucede que algo no me había dicho de ella es que además de ser una chica agradable y bonita, era parte de una agencia de modelaje. Así entre tanta mujer, él se había conseguido una modelo publicitaria.
Y ella antes de partir dejó una campaña para una compañía importante aquí en Guatemala. Entonces ella aparecía (su fotografía) en todos lados. En la prensa escrita, en la televisión, en cuanta valla publicitaria hubiera en la ciudad. Su rostro era la imagen de esa marca. Andrés se la estuvo topando sin querer por todos los lados donde andaba.
Ahora la campaña publicitaria terminó poco a poco. Y mi amigo ya sale con confianza otra vez a la calle. De todas las vallas que existían ya solo queda una, justo en la pasarela del corazón de la ciudad. Andrés ya no sufre al verla cuando pasa viéndola rumbo a su trabajo, simplemente suspira al ver esa valla de 1.50 x 7 mts. Que le recuerda esa frase del poeta: He de verla en cada esquina de esta ciudad que aún me regresa a ella.

viernes, 22 de mayo de 2009

El conductor fantasma

No sé a ustedes, pero a mí el paso del tiempo me parece increíblemente vertiginoso. Ya es viernes de nuevo... Lo bueno es que nuevamente tenemos oportunidad de compartir una de esas historias que dan ñáñaras. Hoy es Aaarón quien vuelve a tomar la palabra. Ahora nos trae una historia para ponernos los pelos de punta, por eso y porque tengo problemas de conexión se las dejo desde ahora. Ahí les va:

Un fin de semana nos toco viajar a Escuintla a realizar unas instalaciones a un predio de una empresa de combustible (para los que no saben, yo instalo sistemas de rastreo satelital). Esto pasó en el 2007, ya dos años después de lo de mi ex. Yo llegué por la tarde a Escuintla ya que por la mañana me tocaba ir a la u. Ese sábado estábamos tan, pero tan cansados que el primero se rindió a las 7 de la noche. Yo guardaba un poco de energías porque quería avanzar hasta llegar a media noche, pero el cancancio se apoderí de mi alrededor de las 10 de la noche y decidí no quemarme más y fuimos a guardar los materiales y herramientas a la bodega del predio, con el otro compañero.
A esa hora se suponía que solo estábamos los dos instaladores y el guardia del predio, pero en medio de la oscuridad, se escuchó como si algo o alguien se hubiera caído de un árbol. Lo primero que pensé es que fue el guardia, y salí a ver si miraba algo, pero nada de nada. Luego se escuchaba como si somataran una pelota en la pared del predio. Algo sorprendido me dispuse a buscar, y lo que encontré fue al guardia escondido en una cabañita en un rincón del predio. Se asustó al verme y le pedí disculpas, me dijo que no había pena pero que él estaba asustado porque escuchaba cosas en el predio y pensó que éramos nosotros, pero cuando nos vio en los camiones instalando, se asustó y no quiso averiguar. Me reí un poco, pero no lo quise ofender así que entre plática y plática salió de la cabaña y nos acompañó ala bodeguita, esperando a que nos llegaran a traer para ir al hotel. Hubo un momento en que nadie habló y mi otro compañero le dijo, ¿alguna vez lo han espantado acá?, él dudó en responder y dijo sí, dejen que les cuente:
"Hace ya un tiempo atrás, uno de los Camiones se atrasó, y reportó que vendría lo más pronto posible. Otro compañero esperaba a que él llegara para poder ir a dormir un poco, pero éste nunca llegó. Resultó que el camión se accidentó en el trayecto hacia acá y el piloto falleció. Ninguno de los otros pilotos se animaba a parquear su camión en el espacio asignado al que era del fallecido, por respeto, hasta que una noche al encontrar el predio lleno, un piloto decidió parquearse allí. Él cerró el camión y me dejó las llaves en garita. Justo a las 3 de la madrugada, las luces del camión se prendieron, y me di cuenta porque fui al baño, pensé que alguien se había metido a robar cosas de los camiones y por espantarme encendió las luces. Tomé la escopeta y me acerqué, algo asustado, y cuando abrí la cabina del camión no habia nadie.
Me asusté pero seguí buscando con mi linterna y la escopeta a ver si encontraba a alguien. Justo cuando me di vuelta, el camión arrancó y pegué tremendo brinco y casi me cuelgo de la copa de aquel árbol (era un árbol muy alto, y tambien, no faltaba la exageración). Llamé por radio a mis compañeros y justo cuando vinieron dos en moto a auxiliarme, el camión caminó tal vez unos 10 metros justo antes de estrellarse con el que estaba enfrente. Luego el camión apagó las luces y se apagó. Nadie quiso moverlo y al día siguiente informaron a los encargados del transporte, pensaron en alguna falla eléctrica y que se había quedado sin frenos, pero los mecánicos no encontraron nada, y el camión estaba perfectamente embrecado y no había forma de que se moviera si alguien no liberaba los frenos.
Resulta que según el guardián, esto pasaba cada mes, y llegaron a la conclusión de que era el piloto fallecido, que supuestamente a las tres de la madrugada, era la hora en que el iba a llegar de viaje, y cuando llega de visita, y encuentra un camión en su lugar, los mueve para poder parquearse en su lugar asignado".
Claro que después de que él me contó esa historia me llamó la atencion, y le pregunté si podría ser que esa noche pasara. Me dijo que no, porque era en vísperas de principio de mes, y estábamos a 15, pero eso no explicaba los ruidos que escuchábamos y que se repetían constantemente, tal vez en ese predio habian mas historias y que los guardianes no contaban por temor.

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NOTA

Tengo problemas con Internet. No puedo comentar en varios blogs desde hace dos días. Por favor discúlpenme, al abrir sus páginas aparece un rótulo que indica que no puede abrir esa página y que se ha anulado la operación. Seguiré intentando.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Nuevo header

Hola a todos

Acabo de recibir un hermoso regalo y no pude esperar otro día para estrenarlo. ¿Adivinen quien lo hizo? ¡Luis Villacinda!

Estoy muy feliz y agradecida. Espero que les guste.
Mil gracias Luis, te mando un gran apapacho con mi más sincero y feliz agradecimiento.
Los dejo con el header saliente.
Apapachos, muchos.

lunes, 18 de mayo de 2009

¡Tiembla! IV

Y ya empezamos una nueva semana, como quien no quiere la cosa ¿no?
Como hace unos días tembló mucho, pues para hoy les traigo una divertida anécdota que nos envió Maribel de Morales. Yo sé que les va a gustar. Los dejo con ella:

A propósito de temblores me he acordado de una historia de otro tipo de miedo que nos tocó vivir a los de esa época y fue el día del terremoto de 1976. Pero a pesar de toda la tragedia, siempre hay momentos que pueden resultar cómicos y que nos ayudan a mitigar el dolor e incluso a olvidar lo difícil que fueron esos días y entonces nos acordamos de las partes que nos hicieron reír en lugar de llorar. Han pasado muchos años desde aquella madrugada del 4 de febrero cuando nos levantaron de la cama y no porque querían que madrugáramos sino para evitar que una pared o en el peor de los casos, el techo de nuestra casa nos aplastara.
Ahora con mi familia comentamos todos los sucesos con un poco de gracia, pues cada miembro hizo cosas un poco usuales y les voy a contar porqué.
Yo me acuerdo que en el momento de los temblores más fuertes mi prima *Ana que dormía en la misma cama que yo, me despertó y me dijo que no me levantara, que en todo caso las almohadas nos amortiguarían los pedazos de pared o el techo cual fuere el primero en caer. Qué ilusas! ¿no?. Yo me quedé quietecita esperando a ver qué pasaba, cuando de repente entró mi prima * Lucía dando de gritos y fuera de sí, preguntando por mí. Ana le dijo que se calmara pues yo estaba con ella, pero del susto que traía no me miraba, aparte de lo oscuro ella estaba muy alterada y revolvía la cama, Ana le gritaba también de que se calmara y como no lograba controlarla, le tuvo que dar un cachetón para que reaccionara. Luego de levantarnos corrimos a protegernos bajo un marco de puerta y allí esperamos a mis tíos que venían preguntando por todos y sobre todo por mí, pues no lograban reconocer mi cara, ya que con el susto, mi prima Ana me había tomado al revés y lo que tenían enfrente eran mis pies.
Al fin reunidos nos dirigimos al patio y era aterrador como los perros ladraban y la casa se balanceaba con amenazas de caernos encima.
Poco a poco fueron calmándose los movimientos telúricos y cada uno pensó en las cosas importantes para sí: mi tía en sus loros, que dormían en sus estacas en el garage y que se habían caído con todo y cama. Así que mi tío en un acto de valentía entró a rescatarlos entre las bicicletas y en ese momento empezó a temblar y a nosotros nos temblaban las piernas de saber que por ir al rescate de los famosos loros a mi tío le caería la casa encima. Al final salió enterito y con los loros que protestaban sin parar.
Lucía después de recuperar la cordura la volvió a perder, pero no por culpa mía, sino por un estéreo y los discos de su cantante “Sandro” que eran su adoración. Armose de valor entró y salió en un abrir y cerrar de ojos con su amado tesoro, los puso debajo de la pila y se durmió junto a ellos.
Recuerdo que esa pila fue por mucho tiempo mi techo por las noches, pues decían que ella si aguantaría en caso el techo o la pared se desplomaran. Cosa que creo que si hubiera funcionado más que las almohadas que nos habíamos echado encima en la ocasión anterior.
Yo también pensé en algo que era importante para mí y era que ese día iríamos por parte de la escuela a ver una presentación de una obra de teatro …
Afortunadamente nuestra casa resistió semejante desastre y no hubo más que repararle varias cosas. Como fuimos una de las pocas familias que no salimos a la calle, los vecinos pensaron que habíamos muerto soterrados y ya estaban pensando donde velarnos y quien iba a dar el cafecito.
* nombres ficticios
Maribel de Morales

sábado, 16 de mayo de 2009

Sábados de Mercedes
La ventana indiscreta

Tengo que confesarlo: a mí la literatura no se me da. Pero como ya había hecho un compromiso, pues ni modo, debo cumplir con mi historia para este sábado literario: una actividad que un grupo de blogueros realiza por iniciativa de Mercedes, una increíble escritora.
Y buee, aunque aquí todavía es sábado... en otras latitudes (como España y Sudamérica, de donde proceden mayoritariamente los participantes de esta actividad que hoy conduce Cass) pues ya es domingo. Lo siento mucho, no dependió de mí la publicación tan tardía. Aquí los dejo con mi propuesta para

La ventana indiscreta

Había una vez una familia de ventanas destinadas a la casa de una familia humana. Como todos saben, la indiscreción es parte de la naturaleza de las ventanas, lo llevan en su ADN, por esa razón, los dueños de la casa dispusieron colocar hermosas cortinas para ayudar a la decoración de su vivienda y, de paso, para evitar que su intimidad estuviera en ojos y boca de todo el vecindario.
El ventanal de la sala fue reforzado con un polarizado que permitía ver de adentro hacia fuera pero no a la inversa. Por eso todo lo que allí pasara, allí se quedaría.
En el comedor se colocaron alegres cortinas floreadas que permitían entrar la luz a borbotones, pero que no dejaban salir ni un reflejo.
Los dormitorios, en cambio, no solo fueron decorados con bellos cortinajes, sino que además con prudentes persianas. Y así todas las ventanas de aquella casa quedaron convenientemente vestidas de manera que se vieran decorativas pero sobre todo que protegieran la intimidad de la familia.
Todas, menos una; la más pequeñita e indiscreta: la ventanita del cuarto de baño.
Ubicada en la parte alta de dicho ambiente, la indiscreta ventana tenía pleno dominio del área de ducha, de la tina, el inodoro y el lavamanos. Allí a diario era testigo del streaptease de los miembros de aquella familia… incluso de los momentos más embarazosos.
Aquella pequeña y, en apariencia, inofensiva entrada de luz y de ventilación hizo las delicias del viento que a su paso por el lugar se regocijaba con las intimidades del usuario de turno. La ventanilla indiscreta también proporcionó entretenimiento a los rayos del sol y de la luna que por turnos reían y se divertían con las cosas que los humanos hacen cuando están solos en dicho lugar.
Hasta las aves, los gatos y otros bichos invertebrados que acertaban a pasar por aquella ventana fueron testigos de todo tipo de situaciones que a través de sus cristales podían verse.
Y así la ventanita pasó muchos años divirtiéndose con sus indiscreciones sin que los habitantes de la residencia imaginaran siquiera que mañana, tarde y noche eran objeto de observaciones indiscretas.


viernes, 15 de mayo de 2009

El hombre que veía venir la muerte II

Con tanta lluvia ha estado fallando el Internet. La señal ha estado intermitente. Me hace parecer pesada cuando chateo pues aparezco conectada o desconectada según el humor de la conexión… y lo peor es que dejo con la palabra en la boca, digo, en el teclado, a mis interlocutores…
En fin, como ¡otra vez es viernes!, día de historias de espantos, aparecidos, situaciones sobrenaturales et al., pues intentaré dejarles desde temprano (hora chapina) la historia de hoy.
¿Recuerdan que les prometí una serie con las premoniciones de mi papá respecto de la muerte de familiares? Ya el 1 de mayo conté la más reciente, la que tiene que ver con la muerte de mi tío Tino unos días antes. A propósito, ese mismo viernes, por la noche, falleció mi abuela materna. Es curioso pero esa muerte no la soñó mi papá.
Entonces aquí les va esta otra que sucedió hace muchos muchos años, en Quetzaltenango, ciudad donde mi papá nació y donde vivió sus años de infancia y juventud. Y bueee, esta vez no lo soñó, fue algo más estremecedor.
Una noche mientras mi papá se disponía a dormir escuchó ruidos, curioso volteó la cabeza y dirigió la mirada al lugar donde provenían aquellos sonidos. Vio abrirse una puerta y, de pronto, apareció la figura de un anciano de largas barbas y bigote enrollado a la usanza de finales del siglo XIX. Llevaba un puro ¿o una pipa? entre los labios. El hombre avanzó lenta y pesadamente por un pasillo, le dirigió una mirada al chico (mi padre) y siguió rumbo al dormitorio de la abuela materna de mi papá, quien estaba ya muy viejita y enferma.
Mi papá, aterrado, salió corriendo en busca de su mamá y le contó de esta extraordinaria visita. Mi abuela le explicó:
-Era tu abuelo, hijo. De seguro vino por mamita. También yo lo vi, estuvo parado allí (y le señaló un punto de la habitación donde estaban).
Aquella noche ocurrieron en esa casa otras cosas extrañas que no recuerdo (es posible que complete más tarde la historia si llamo a mi papá y le pido que me la cuente otra vez).
Y tal como lo anunció mi abuelita paterna, aquella noche dejó de existir su mamá, abuela de mi padre… mi bisabuela. Quiero pensar que mi bisabuelo realmente llegó por ella.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Escuela de ángeles

Cuando era niña tenía una imaginación extraordinaria y vivía la vida como si me hubieran metido en una burbuja mágica. Todo me hacía soñar, todo me hacía pensar que vivíamos en un mundo lleno de cosas buenas.
En alguna ocasión leí o escuché o de alguna forma “aprendí” que esta tierra era una escuela para ángeles. Que los seres llegábamos aquí para aprender a ser mejores. Yo quería, pues, ser un ángel.
Sin embargo, cualquier ciudadano del mundo sabe que a veces esta tierra se parece a un club de malos, donde la maldad pareciera reinar.
Y bueeee, debo reconocer que también hubo un tiempo en que me costaba creer que pasaban cosas buenas en nuestras vidas. De hecho, en estos días me ha sido particularmente difícil creer que algún día el bien triunfe sobre el mal.
Sin embargo, al leer sus comentarios sobre el post anterior, decidí contarles algunas historias que ayudan a pensar (quisiera creerlo o al menos plantearlo así) que podemos ser mejores y convertirnos en lo más parecido a ángeles terrenales y saborear el dulce sabor que nos deja en el corazón cada buena acción del día.
Como ya muchos de ustedes saben, vivo cerquita del fin del mundo. No es la lejanía sino lo complicado de llegar a casa lo que me hace decirlo.
En fin. Antes de llegar a casa hay un tramo de terracería de alrededor de 1 Km.
En ese trayecto, cada vez que puedo, le doy “jalón” a alguien.
Una mañana soleada, encontré en el camino a una señora con su hijito, un niño de no más de 8 años. Se subieron al Súper Chevy felices de ahorrarse esa caminata bajo el sol.
Ya dentro del Chevy, aquella mujer me hizo un comentario muy especial.
-Gracias, usted es el ángel que nos mandó el Señor.
Antes de que yo dijera cualquier tontería, la mujer le dijo al niño
-¿Viste mi amor? Escucharon tus oraciones.
Y de nuevo se dirigió a mí para contarme cómo su hijito no quería salir de casa pues no quería caminar bajo el sol sobre el camino de tierra. Ella, entonces, le dijo que “orara para que el Señor le mandara un ángel”. El niño así lo hizo y casualmente yo pasé por su camino.
No me propuse ser un ángel, pero lo fui para él en ese momento.
Al escuchar la historia me sentí muy bien, pero con sentimientos encontrados pues no soy muy creyente y debo reconocer que antes me molestaba mucho cuando me hablaban del Señor.
Sé bien que no soy un ángel, pero qué bien me hizo sentir que el niño lo creyera así. Sé que este mundo necesita cirugía mayor, pero creo firmemente que todos podemos cambiar un poquito nuestro entorno con una sonrisa al día, con una buena acción que no nos quita nada, nos deja un gran gozo en el corazón y deja en quien apoyamos la sensación de que un mejor mundo es posible.

lunes, 11 de mayo de 2009

Ángeles (como que me cuidan)


Para empezar la semana, se me ocurrió contarles una linda historia que viví hace pocos años. Es un poco difícil para mí reconocer que he sido una persona muy escéptica y contarles historias que me han ido cambiando la vida y el punto de vista. Si bien no creo en muchas cosas, al menos ahora soy más abierta y le concedo a las cosas el beneficio de la duda.
Pero entremos en materia:
En aquel tiempo yo tenía unos vecinos cubanos a quienes les daba "jalón" con mucha frecuencia. Una noche, cuando nos dirigíamos a la colonia desde el centro de la ciudad, me di cuenta de que el súper Chevy ya no tenía gasolina. Estaba al final de la reserva, como diría una amiga, "en la E de ¡echame gasolina! (empty). Pero era ya muy tarde y la gasolinera más cercana estaba ya cerrada. Las luces estaban apagadas. De todas maneras me metí en el área de despacho para pensar mejor qué podíamos hacer. Otro vehículo estaba allí y el conductor me dijo
-"Mala suerte. Está cerrado".
Arrancó su carrito y se fue.
Nosotros permanecimos allí, mientras yo trataba de pensar qué hacer puesto que no llegaríamos a la próxima gasolinera.
De pronto apareció un hombre sonriente y le pregunté si me podía vender un poco de gasolina.
Él asintió y me despachó Q50 que le pedí.
Al momento de pagarle, se me hizo feo pedirle factura, así que sólo le pagué y le dije
- Muchas gracias, usted es un ángel.
Yo jamás digo esas cosas. Y mucho menos en aquel tiempo. No sé cómo salieron esas palabras de mi boca.
Luego arranqué, pero antes de tomar el bulevar, volteé a ver y no había nadie. Mis amigos cubanos se quedaron sorprendidos. El área era bastante grande y no había dónde pudiera ocultarse en tan poco tiempo.
Esa noche sentí que realmente había vivido un momento mágico. Sentí una enorme felicidad que no puedo explicar.
Pasamos otras noches, un poco más temprano, pero la gasolinera estuvo cerrada a piedra y lodo.
Independientemente de si lo que ocurrió fue más allá de lo normal, si aquel hombre era un mortal o no, yo siempre he sabido que se trataba de un ángel.

sábado, 9 de mayo de 2009

Las calaquitas de Freak

A mis hijas y a mí nos gustan mucho las calaveritas o calaquitas (como les llamamos). Comentaba hace poco en el blog de Freak que toda esa fascinación nació cuando mis hijas eran pequeñas y yo decidí que no percibieran a las calaveras como algo malo o terrorífico. Finalmente terminamos usando accesorios y decoraciones de calaquitas, principalmente en aretes y diseño de la ropa.
Pues bien, esta tarde me encontré la grata sorpresa de que Freak nos regaló un dibujo de calaquitas.

Están preciosas. ¡Gracias Freak!

viernes, 8 de mayo de 2009

El adiós

Queridos todos, como quien dice nada ya es viernes de nuevo. Así que como los viernes tenemos por acá historias de miedo, aparecidos, fenómenos paranormales y similares, los dejo con la última experiencia de las que Aarón vivió en casa de su ex. Esta es su narración:

No recuerdo bien la fecha, si me la hubieran preguntado hace unos años te la diría, pero solo sé que fue en el 2005, después de tantos problemas que hubo y que no los digo porque se haría muuuuuy largo, la relación llegó a su final, pero el ambiente en esa casa cada vez era mas turbio. Los problemas proliferaban día a día, y además, aunque uno buscara solución, siempre habían como 1,000 problemas en cola para entrar.
Una noche, para ser exacto la noche en que yo decidí ya no continuar con la relación, había algo que no me dejaba tranquilo. Como nuestro casi último adiós fue en el garage, noté que las cortinas de uno de los cuartos se movían, pero no puse ni la más minima atención a lo que sucedía, porque estaba enojado, estaba triste y a la vez me sentía un poco en paz. Para mi desgracia, estaban cayendo unos aguaceros de aquellos que apenas ves si hay alguien en frente de ti. Decidí no estar ni un instante más esa noche allí, salí y mientras iba caminando, claaaaaaaaaaro, empapado, no pude evitar llorar. Claro, yo no quería irme y dejarla sola en la vida, pero creo que si no se arreglaban las cosas, no se podría seguir luchando en vano. Recuerdo que una amiga mía sacó una frase toda cursi que en algún momento usé, decía: “y mientras caminaba, mis lagrimas se confundían con las gotas de lluvia que el cielo soltaba por mi triste corazón, mis pasos se confundían en la inmensidad del vacío de esas calles oscuras que aun hoy me aterran al recordar mi triste andar”.
Claro que iba llorando y poéticamente eso podría pasar, pero en medio de la lluvia, justo cuando yo iba a cruzar la calle, algo o alguien me detuvo, porque no vi que venía una camioneta cuatro por cuatro. Sentí una mano en mi hombro y una en mi pecho, me paré pero al voltear a ver no vi a nadie. Yo creo en mi ángel guardián, siempre me ha cuidado, y creo que esa vez fue él con ayuda de alguien más, pero no lo podré explicar.
A los días me desesperé de ver todo lo que tenía en mi cuarto y que todo me recordaba a ella. Tomé lo que pude y lo guardé y lo que no quería tener lo metí en mi mochila y me fui a buscarla. Esa tarde no era la excepción seguía lloviendo a cántaros, y para terminarla de fregar no había luz. Entonces pasé como 20 minutos tocando en la puerta para que me abrieran, pero nada, y no quería llamarla porque no sabía si me contestaría. Hasta que a lo lejos escuché que me dijeron "No hay Luz, llamala a su celular". Era su amiga, pero yo no quería hacerlo, y en un instante ella salió a abrirme. Algo triste me dejó entrar, fuimos a su estudio y le entregue todo lo que me hacia recordarla a ella. Muy triste no quería recibirlo, pero le dije que no me quería torturar. Después de un instante le pregunté que cómo sabía que yo estaba en la puerta, y ella contestó que escuchó algo en su cabeza que le decía que tenía que salir a abrir. Pero yo pensé “fue su amiga”. Mientras nos dábamos el último beso que yo le solicité, nuestro momento para recordar fue algo loco, porque no había luz, pero por el intercomunicador de la casa se escuchaba un llanto de niño, lo cual me asustó porque sólo estábamos ella y yo; no primos, no tíos, no papás y no hermana. Solo los dos, y el llanto se escuchaba suave y a la vez escalofriante. Ella no dijo nada y yo menos. Decidí irme antes de que regresaran todos y me fui bajo la lluvia. Al estar más o menos a dos o tres casas, volteé a ver y vi una sombra parada en la calle. Pensé que era ella, pero recordé escuchar la puerta cerrarse detrás de mí. Pensé que ella no quería que me fuera pero en ese instante la lluvia cesó poco a poco y la sombra se desvaneció con la lluvia.
Sí supe que esos espectros o apariciones los siguieron molestando, pero cuando yo me dije ya no más y me desligué de esa vida, hasta la fecha no sé si ellos seguirán recibiendo visitas de ese tipo, pero yo ya no, al menos no tan espeluznantes como esas.
Aarón Lechuga

p.d.
Les recomiendo ver lo que Aarón publicó hoy en su blog, son unas fotografías preciosas de la Guatemala de mediados del siglo pasado. Este es el enlace.

jueves, 7 de mayo de 2009

Niños listos II, Maestros mediocres II

Estaba leyendo los comentarios que dejaron en los posts de los niños listos y el de los maestros mediocres y recordé una anécdota de cuando mi nena chiquita tenía como siete añitos.
Resulta que en un examen de Ciencias Naturales (para variar) la maestra les pedía que escribieran tres distintas vacunas que existieran. Nosotras acabábamos de vacunarnos contra la gripe en la empresa donde yo trabajaba, así que mi niña tenía muy presente esa vacuna. Por esa razón escribió como una de sus opciones de respuesta "vacuna contra la gripe".
Cuando la maestra les devolvió sus exámenes mi hija vio que esa respuesta la maestra la había dado por incorrecta.
La niña le preguntó: "Miss, ¿por qué me la puso mala?"
-Porque no existe la vacuna contra la gripe, respondió ella.
- Pero yo me acabo de vacunar junto con toda mi familia...
-No existe esa vacuna, dije yo. Y cerró la conversación.
Cuando la niña me contó el suceso, me indigné.
-Mañana voy a hablar con tu maestra, tiene que ponerse al día. Que no conozca algo, no significa que no exista.
Sin embargo, mi niña me interrumpió.
- No te molestés. ¿Para qué vas a hablar con ella? Yo estoy segura que mi respuesta era correcta. En cambio ella ya no aprende, ya está grande (tenía como 23 años la maestra). Dejalo así.
¡Plop!

martes, 5 de mayo de 2009

Niños listos I

Hola amigos
He tenido unos días un poco complicados. Por eso me será un poco difícil visitarlos (lo iré haciendo poco a poco).
Pero bueno, aprovecho una historia chiquiminicorta que me envió Patricia Cortez y que abre una serie destinada al razonamiento inteligente de los niños.
Apapachos a todos.
Esta es la historia:
Hace unos días, estaba yo hablando de ese mito de que las plataninas que venden en los semáforos tienen tuberculosis y mi hijo dijo "mamá, si son papalinas si tienen tuberculosis", yo pregunté ¿por qué?
Respuesta: porque las papas son tubérculos. Como tú dices ¡Plop!.

viernes, 1 de mayo de 2009

El hombre que veía venir la muerte

Hace muchos años leí una historia que se llamaba igual que el título de este post. La trama era muy buena, aunque casi no la recuerdo, pero me impresionó porque el personaje era capaz de saber cuándo iban a morir los demás, pero nunca supo sobre su propia muerte.
Años más tarde, en una serie llamada "La dimensión desconocida", presentaron una historia similar que trataba de un hombre que veía cierto resplandor en el rostro de aquellas personas que iban a perder la vida. Un día él sale a una batalla (para variar, era de guerra) y de pronto, cuando se ve al espejo, observa el resplandor en su rostro.
Pero bueno, ya me desvié de mi tema. Resulta que escogí este título para referirme a mi propio padre. Como es viernes, día de historias extrañas, de aparecidos y asuntos de lo ultrasensorial, decidí ofrecerles esta historia, la primera de una serie en la que les contaré de los sueños premonitorios que tiene mi papá generalmente en la víspera de la muerte de un familiar.
Lamentablemente el domingo recién pasado falleció mi tío Tino, hermano de mi mamá. Era un octogenario que hasta enero pasado rebosaba de salud y aparentaba 60 años, a lo sumo.
Había enviudado hace unos tres años.
En febrero, mi tío enfermó y su salud se deterioró alarmantemente. La noche anterior a su muerte, mi papá soñó a la esposa de mi tío. Venía arreglada con un vestido de flores. Mi papá la saludó y le preguntó
-¿Qué anda haciendo por aquí?

-Fíjese que me perdí y me atrasé
-¿Para qué? ¿qué vino a hacer?
- Es que vine por Tino
Cuando mi papá nos contó su sueño, a mi mamá y a mí, le dijimos que seguramente ese día moriría mi tío, pues los sueños de mi padre nunca han fallado.
Pero mi papá no lo creyó.
Al día siguiente nos dieron la noticia de la muerte.
Y bueno, aunque mi papá lo dude, yo estoy absolutamente convencida de que él es un hombre que ve venir la muerte.
No tengo dudas de que habrá más sueños premonitorios de aquí en adelante. Pero antes, tengo muchas otras anécdotas similares qué contarles de muertes que ya ocurrieron (incluso accidentales) y que "le fueron anunciadas" en sueños. Sé que me darán la razón.