miércoles, 13 de agosto de 2008

Santas apariciones
¿Sos de esta o de la otra?

A veces creo que escribo solo para mí, pues salvo una excepción, nadie se ha sentido invitado a contarme una historia. Hasta he llegado a pensar ¿por qué me pasan las cosas que he contado aquí? ¿Será que los demás son más normalitos? Pero creo que no. Todos vivimos situaciones cómicas y muchas de éstas son similares a las que le han sucedido a otras personas.Hace un par de años, María del Rosario Molina escribió en su columna Horrores idiomáticos y algo más..., (sección Cultura de Prensa Libre) una historia de su abuela que tituló "De santos y aparecidos" y que se publicó el Día de los Santos.
Esta historia es muy similar a una situación que viví con mi mamá.Resulta que en la casa de mis padres a veces pasan cosas extrañas. Hace muchos años, cuando yo era soltera y quizás tenía unos 22 añitos, una de esas noches en las que, para variar, tenía mucho miedo, decidí trasladarme a la sala pues allí me sentía más segura. Se me ocurrió colocar el sillón pegado a la puerta de entrada y allí me dispuse a dormir.Mi madre, que siempre se despierta con cualquier ruidito, se levantó de su cama y sigilosamente salió de su cuarto rumbo a la sala.Como es muy morenita, yo no la vi venir. Sólo observé el camisón y me pareció que venía flotando hacia mí.Ella, ignorante de que yo había cambiado los muebles de la sala, se acercó lentamente a la puerta de la sala para ver hacia la calle por la ventanita.Al ver venir aquella aparición: una figura blanca que parecía flotar hacia mí, hice mi mayor esfuerzo por vencer el miedo que me tenía petrificada, y estiré mi mano para tocar al fantasma. Quería saber cómo era.Al hacer contacto con mi mamá, ésta, que no se esperaba algo semejante, pegó un grito y el mío se le sumó en un dúo de aullidos que despertó a mi papá (y yo creo que al vecindario entero). El pobre, medio dormido, no entendía nada. Nosotras, al encender la luz, entendimos todo en el momento, y nuestro grito cambió por carcajadas. Nos dio tal ataque de risa que terminamos llorando. Y mi papá, ajeno a todo aquel lío, terminó enojado con nosotras que, de tanto reír, no pudimos explicarle nada

2 comentarios:

Angel Elías dijo...

epa!!! que buena onda con la idea, historias, historias, se tejen y se desenredan historias, por aqui y a domicilio.

Cuestion de gustos...

Un abrazo Nancy

Anónimo dijo...

jajajjajaja solo de imaginarlo me dio muchoa risa. saluditos