Llegamos por fin al mero mes navideño, diciembre, pese a que la publicidad se adelantó desde agosto. A mí me gusta la navidad, pero más por los recuerdos de mi niñez que por otra cosa.
Pero bueno, la historia que hoy les cuento tuvo lugar durante la época navideña. Fue en mi primer o segundo año de la universidad, así que yo tenía unos 19 o 20 añitos.
Resulta que un diciembre de finales del siglo pasado iba yo “sexteando” (gerundio del verbo sextear, ahora ya casi en desuso: pasear vitrineando o de compras sobre la sexta avenida de la zona 1) cuando de pronto, al pasar frente a una heladería, el Santa Claus que ese negocio había contratado para atraer a los niños, me tomó del brazo y me hizo sentarme en sus piernas.
Todo pasó tan de pronto que mil pensamientos pasaron al mismo tiempo por mi mente. No quería pasar por pedante, había un chico que quizá le tenía miedo y yo podría demostrar que Santa no es malo… en fin. Como soy maestra (y por aquel tiempo trabajaba como tal) me senté en las piernas de Santa, no sin mucha vergüenza. Tenía el rostro colorado e hirviendo. La vergüenza era enorme.
Entonces Santa, para tranquilizarme, me regaló su mejor sonrisa y con un gesto me invitó a husmear tras la postiza barba.
Fue allí donde descubrí que no era el verdadero Santa, jajaja, sino un compañero de la universidad que, aprovechando que me vio pasar frente a él, decidió jugarme una broma.
Pero bueno, la historia que hoy les cuento tuvo lugar durante la época navideña. Fue en mi primer o segundo año de la universidad, así que yo tenía unos 19 o 20 añitos.
Resulta que un diciembre de finales del siglo pasado iba yo “sexteando” (gerundio del verbo sextear, ahora ya casi en desuso: pasear vitrineando o de compras sobre la sexta avenida de la zona 1) cuando de pronto, al pasar frente a una heladería, el Santa Claus que ese negocio había contratado para atraer a los niños, me tomó del brazo y me hizo sentarme en sus piernas.
Todo pasó tan de pronto que mil pensamientos pasaron al mismo tiempo por mi mente. No quería pasar por pedante, había un chico que quizá le tenía miedo y yo podría demostrar que Santa no es malo… en fin. Como soy maestra (y por aquel tiempo trabajaba como tal) me senté en las piernas de Santa, no sin mucha vergüenza. Tenía el rostro colorado e hirviendo. La vergüenza era enorme.
Entonces Santa, para tranquilizarme, me regaló su mejor sonrisa y con un gesto me invitó a husmear tras la postiza barba.
Fue allí donde descubrí que no era el verdadero Santa, jajaja, sino un compañero de la universidad que, aprovechando que me vio pasar frente a él, decidió jugarme una broma.
14 comentarios:
Ah, ta bien, ta bien, yo hubiera hecho lo mismo, de haber estado disfrazado de Santa. Buena técnica.
Saludos
Yo me declaro Santa Claus por el resto de los años, para invitar a las chicas a que se me sienten en las piernas, jajaja.
PD. Nancy, recién abrí otro blog, para publicar cuentos y poemas míos, por si te llama la atención leer.
jajaja el comentario de "Soy un muerto" me gusto!
Recuerdo una historia de un amigo de mi papa que se disfraso de santa claus en la empresa donde trabajaba para un convivio navideño familiar, y entonces andaba por ahi disfrazado, y entonces una de sus hijas le dijo a su mama: "mama, mira a santa, tiene los mismos zapatos de mi papa" jajaja
Saludos
PD. que bueno tu nuevo headear, esta "puro calidad"
Simón pilas el Santa ese, y de acuerdo con Alexxx, purisimo Kalidá usté!!!
¿Y cuántos años tienes ahora?
PD: Querida Nancy, tu solicitud de cuentito queda anotada. Te espero por allá con tus comentarios.
Hombres tenían que ser tío de tres(Fernando, Muerto y Alexxx), jajaja. Por cierto, Fernando, me gusta tu otro blog, creo que me llevo mejor con la literatura que con el cine, pero seguiré visitando el cine para aprender alguito.
Alexxx y Kontra, ¡mil gracias!
Esteban, no había entendido tu comentario, tuve que leer el post otra vez y me di cuenta de que hubo un error de edición. Jajaja, no era finales del siglo pasado sino "en la segunda mitad del siglo pasado", lo que quise decir,jajajaja. Tengo 46 vivarachos añitos, es decir, a finales del siglo pasado, ya iba a ser una señora de las cuatro décadas. Lo corregiré más tarde. Y gracias por lo del cuento. Seguiré pasando por allí.
jajajaj!
Que buen detalle el de tu amigo.
Bueno y de paso aprovechaba para tenerte sobre sus piernas. jaja (lo siento hoy ando un poco mal pensada)
con que mis dos princesas se me pusieron navideñas.... yo tambien quiero ser santa clos
46? siempre me has parecido mas joven de lo que dices, segun yo tenias no mas de 40
Hola Abril, no te preocupes s andas malpensadota. Como diría mi amiga la Meches: "piensa mal y acertarás"
Dragoncito, qué piropo más bonito, que bueno tenerte de nuevo por acá. apapachos y que estés mejorcito.
Hay un premio para ti en mi blog
http://fuegodragon.blogspot.com/ saludos..... me gusta tu blog
yo trabajé de la mascota de los pollos. pero los bolos no me dejaban en paz. renuncié.
ahora quiero ser baltazar, si hay trabajo para los reyes.
salud.
Mi querida amiga Nancy, te devuelvo el premio http://vashgt.blogspot.com/, me encanta tu blog, que pilas eres para los dibujos, felicidades!!!
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