miércoles, 18 de febrero de 2009

Kerosene: memorias de rápida combustión II

Mis queridos amigos, he perdido el ritmo ;o) pero afortunadamente siempre hay almas piadosas que comparten sus historias citadinas. Así que los dejo con esta de la saga de Kerosene. Disfrútenla y ríanse un poco con las cosas del querido Chente.

Insultos equivocados

Esta historia es parte de una serie de anécdotas llamada “Crónica de apartamentos”, de cuando mis hermanos y yo vivimos solos (2003-2008) en diferentes edificios de la ciudad. A continuación, algo que sucedió hace ya unos cuatro años, cuando vivíamos en el tercer nivel de un apartamento frente a la Reforma.
En aquella época pedíamos comida a domicilio y pocas veces cocinábamos, éramos un desastre nutricional… sin contar otras irresponsabilidades. Yo aún no trabajaba, y pasaba mucho tiempo en la casa con mis dos hermanos.
Era la hora de almuerzo, un día entre semana. Mis hermanos ordenaron una pizza, de esas de 30 minutos o gratis. Luego de llamar al restaurante, uno de ellos, “JD”, habló por teléfono con un amigo suyo que lo venía a visitar, y que estaba “a unas cuantas cuadras” del apartamento. Este amigo informó a mi hermano que iba a llegar rápido a la casa, así que al cabo de unos 10 minutos (no recuerdo bien exactamente, pero fue bien rápido), tocaron el timbre. Mi hermano JD descolgó el intercomunicador, apretó el botón que abría la puerta del edificio, y gritó, creyendo que era su amigo:
“¡Subí, cerote!”
Silencio.
Yo tenía la costumbre de asomarme a la terraza cuando alguien llegaba, así que al ir a ver, me quedé de piedra porque ahí estaba la moto del repartidor de pizza. Cuando entré a la sala para contarle a mi hermano, éste seguía gritando por el intercomunicador:
“¡Apachá la puerta, hueco!”. Para abrirse, el portón del edificio tenía que empujarse fuertemente, al mismo tiempo que se sujetaba la manecilla y se abría desde el intercomunicador, porque se acababa de estropear. Mi hermano le estaba explicando al repartidor (quien no respondía), creyendo que era su amigo.
“¡No, mula, es el de la pizza!”, le dije a mi hermano, callado y preocupado. “La cagaste”…
Mi hermano simplemente se “hizo el loco” y se fue a su cuarto, y me tocó esperar al muchacho de la pizza (ahí si les convenía aprovecharse de que yo era “el mayor de los tres”). Cuando el repartidor tocó la puerta y le abrí, lo primero que le dije, muy apenado, fue:
“Disculpe compa, es que creíamos que era otra persona que estaba aquí a la vuelta”.
El muchacho de la pizza, muy tranquilo, muy humilde, e incluso apenado también, me dijo
“No se preocupe”. No recuerdo más, pero creo que intenté compensar lo mal que me sentía, y la “metida de pata” de mi hermano, con más propina. Esa vez aprendimos a no responder el intercomunicador sin preguntar primero quién era, aunque estuvieran cerca.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja bueno esto era muy usual.. solo que ahora ya no muy se puede
peligrosisisimo

Esteban Dublín dijo...

Nancy, tu cuento ya está publicado. Te agradezco infinitamente por confiarme tu nombre.

Aaron Lechuga dijo...

A ve pues, digo digo, a mi me paso pero con el telefono, en una empresa que trabaje, me acostumbre que me contestaba el operador de monitoreo y nos habian inculcado que debiamos decir, buenos dias, buenas tardes, buenas noches, habla a aqui llama, etc, pero una vez, llame y me contestaron "Bueno", y le dije como que bueno contesta bien, sos bien burro para contestar, y sorpresa, era el gerente de la empresa que habia contestado ups!!!

Pedro Alejandro dijo...

Jajaja buenisimo. Eso me recordó una vez que paso casi igual... pero en lugar del repartidor ¡era el papà!!!!

Interesantes tus historias, hacen recordar buenos momentos con los amigos. Saludos!1

Le Socialitè

LuisRo (P*!!!) dijo...

Mira pues, la verdad no se como llegue a tu blog pero me detuve y me quede leyendo tus historias. jajaja son de lo mejor, de esas medicinas que necesitas para distraerte en cada día. Nos estamos viendo... o leyendo.

Anónimo dijo...

Muy buena... En una oportunidad llegamos a visitar a un amigo y al tocar la puerta sale una señora. Le preguntamos: "Disculpe, buscamos a Manuel,su hijo"... La señora nos mira y dice: "El es mi esposo".

Saludos amiga

roberto

Johan Bush Walls dijo...

Maestros y maestras que visitan el blog de la maestra citadina, los invito a que vayan al blog de Esteban Dublín, le hizo un hermoso cuento a Nancy.

Salú por los buenos cuentos.

Nancy dijo...

Tienes razón Becca. Ahora es mejor averiguar bien quién toca la puerta, no vaya a ser un lobo feroz.

Esteban, mil gracias por el cuento, está precioso.

Seth, al leerte recordé otra historia que algún día contaré. Mañana es el turno de tu historia, uf, se me pone la carne de gallina.

Ay, Pedro ¿Verdad que a todos nos pasa?

LuisRo, yo he leído tus comentarios en otros blogs- Bienvenido... espero devolverte la visita.

¿No es lo que digo? Ay, Roberto, a todos nos ha pasado más de alguna vez...

Johan, gracias por la publicidad del cuentito. Quienes quieran leerlo pinchen en el nombre de Esteban para transportarse a un mundo de excelentes microcuentos-
Saludines

Anónimo dijo...

Los tiempos cambian y ahora creo que una rejilla tipo prisión seria la apropiada para esa transación, totalmente de acuerdo preguntar antes de maltratar. Saludos y pasamos al blog verde a leer tu historia.

Alexxx dijo...

Jaja buenisimo, el repartidor diria "que confiansuda la mara" Jaja

Vash dijo...

Pobre mensajero, ya ha de estar acostumbrado, incluso creo que hay gente que lo trata asi y no por equivocación. Un abrazo amiga-

el VERDE !!! dijo...

menos mal era el de la pizza... q clavo !!! y q de apetate tus hnos, en lugar de dar la cara.

cristal00k dijo...

jajaja, vaya chasco se llevo tu hermano.
Te imagino voladísima pagando la pizza pobre...
Apapachos varios.