martes, 23 de septiembre de 2008

Los Testigos de Jehová y yo I

ADVERTENCIA. El contenido de este post puede resultar molesto para quienes practican dicha religión (o similares), por lo que les recomiendo abstenerse de su lectura. En el caso de que insistan en leer, no digan que no se los advertí.

Nada puede haber más esperado para un periodista que el glorioso descanso del domingo. Y nada puede haber más molesto que un individuo X (léase vendedor inoportuno, vecino inoportuno, visita inoportuna, llamada inoportuna, etc.) lo saque a uno de su camita ese único glorioso día para algo completamente intrascendente. No importa que esté despierta desde las 5 de la mañana (como suele sucederme). Es el simple hecho de que algún desconsiderado toque la puerta antes de las 10 de la mañana (y yo no esté preparada psicológicamente para ello) lo que me altera la personalidad. Así de simple.
Por otro lado, en lo personal no tengo ningún problema con ninguna secta, clan, grupo religioso, comunidad espiritual y similares, siempre que no se metan conmigo. En otras palabras, si yo no los llamo, que ni se asomen a mi puerta; yo hago lo propio manteniéndome bien lejos de sus puertas. O, como diría don Benito, “El respeto al derecho ajeno es la paz”.
Bueno, pues resulta que los benditos testigos de Jehová no se tocan el alma para pasar por las casas del resto del mundo muy tempranito los domingos por la mañana.
En mi caso, y en mi casa, como no hay portón que les detenga el paso, ingresan como Juan por su casa a mi garage y “somatan”, literalmente “so-ma-tan”, la puerta de la sala, que es de metal.
Tras el susto que me sacude de la cama y me deja son el sistema nervioso encrispado y al borde del infarto, se alborota mi adrenalina y ,como si fuera algún líquido tóxico en ebullición, va subiendo como Alka-Seltzer por toda mi humanidad… Al pasar por mis oídos, me susurra cositas malas y me transformo. Estas metamorfosis espontáneas y fugaces, completamente fuera de mi control (¿acaso creían que sólo Hulk se transforma involuntariamente?), me han hecho interpretar los papeles más insólitos sobre esta tierra. He aquí el más dramático:



Adoradora de Satán



Uno de esos gloriosos domingos de contemplación y descanso, somataron mi puerta, echando a andar la cadena de sucesos internos. El proceso de metamorfosis fue inmediato y, al ver por la ventana la sombrillita característica, se aceleró.
En ese entonces, tenía una bella mascota rottweiller cuya sola sonrisa infundía respeto en cualquiera. Sin pensarlo y de golpe, abrí la puerta de la sala y entre mi pierna izquierda y el marco de la puerta aprisioné la cabeza de mi enorme perrita que permaneció quieta, con la mirada fija en la dueña de la sombrilla, los colmillitos en plena exposición y un gruñido en la garganta por saludo.
-¿Qué desea?, pregunté con cara de naranja agria.
Sobreponiéndose al susto, pero con el rostro pálido y la mirada fija en mi mascota, la mujer me dijo algo que no recuerdo. Algo así como que quería que habláramos de dios o de las escrituras.
- Pierde su tiempo conmigo, señora -le dije. Y con una mueca diabólica y voz de ultratumba rematé: -Aquí adoramos a Satanás.

De más está decir que, asustada y sin argumentos, confundida y quizá enojada, la mujer se alejó rápidamente de mi casa.
Pero no crean que me deshice de ella para siempre. Al parecer, en ese momento pasé a convertirme en un objetivo específico y luego vendrían muchas historias más, algunas de las cuales les comentaré acá.

14 comentarios:

Soy un muerto dijo...

¿Aquí adoramos a Satanás? Jajaja... buena esa aunque, por supuesto, con la simple preguntita es lógica que te hayas convertido en objetivo específico, para sacarte de "las garras de la bestia". A mi también, la verdad, es que me cae mal que en una religión, secta o similar, trate de converncerme de sus creencias. Yo les sigo la corriente, pero con las ganas de decirles que se vayan por donde vinieron.

Nancy dijo...

Yo quisiera ser como tú, muertito, pero no puedo, jamás he podido escucharlos. Cierto es que ya no me convierto en la chava del Exorcista. Ahora soy cortés y los mando con escuela por el tubo de aguas negras... pero antes, me convertía en actriz y protagonizaba papeles especiales para estos señores y señoras.

Fernando Ramos dijo...

Lo más sencillo es decirles, con toda la firmeza del caso: "no me interesa escucharlos", claro que van a insistir y a querer regalarte un panfleto, pero entonces se les dice: "mejor regáleselo a alguien que si lo vaya a leer, porque yo lo voy a tirar".

Saludos

Nancy dijo...

Tienes todita la razón, Fernando y, de hecho, eso es lo que hago actualmente. Yo no podría escucharlos, como hace el muertito. Ya no me convierto en loca como antes... eso fue hace muchísimo tiempo.

Patricia Cortez dijo...

yo he contestado así, y más pesadamente mandandolos a buscar los huesos de su progenitora.
lo bueno es que es en la bocina del intercomunicador y la casa está lejos del portón, así que no los oigo
y como mis horarios son extraños, no se enteran de como buscarme o a que hora estoy.

Alfredo Vicente dijo...

Estoy de acuerdo con Fernando, en que lo mejor es decirles claramente que a uno no le interesa recibir esa información.

Esa anécdota me recuerda a algo (distantemente similar) que le sucedió a mi papá hace unos cuatro cuando vino de visita a Guatemala. Resulta que por la mañana se descontroló (léase jodió) el portón eléctrico del parqueo del apartamento. Preocupado, mi papá estuvo llamando toda la mañana a electricistas, hasta que en uno de los locales lo atendió una secretaria. Cuando mi papá se pone nervioso, llega a enojarse demasiado. Por su acento español ella pensó que era cura o algo por el estilo, así que, sin más, le preguntó "De acuerdo, señor Vicente, le enviaremos un electricista. ¿Y usted, párroco de que iglesia es?".
Mi papá contuvo la respiración, y muy serio y enojado le respondió. "Mire, yo soy puto, y tengo una casa de putas". ¡PLOP! La señorita se disculpó, y al rato se calmó todo, enviaron al electricista, y al día siguiente mis hermanos y yo nos cagábamos de la risa. Ahora queda como una anécdota chistosa producto de los enojos de mi progenitor.

Nancy dijo...

Alfredo
Qué anécdota más divertida. Me gustan tus historias distantemente similares

Anónimo dijo...

Me encuentro a los testiculos de Jehova en la parada del autobus, cuando me ofrecen el folletito, les digo lo mas cordial que puedo, que mejor se lo den a alguien que va a leerlo, porque yo no lo voy a leer. En la lavanderia andaba con mi esposo, y las sras. pensaron que eramos orientales y no nos querian hablar en español. Una vez me encontre a una chinita que andaba repartiendo folletitos tambien. Me acorde que tengo buenos recuerdos de ellos: cuando andava en Austria, me llevaban los folletitos, y ahi si se los recibia, que convenenciera que soy.........MaR

Psychopsia dijo...

ja ja ja estaba comiendo un pan tranquilamente hasta que llegue a la parte de "Y con una mueca diabólica y voz de ultratumba rematé: -Aquí adoramos a Satanás."

Casi muero ahogado de risa jaja!

Aqui hace como 1 año que no han venido según recuerdo, pero la última que yo abrí la puerta los dejé esperando 'porque estaba almorzando'.

PD: Desde que encontré tu blog hace un par de días no he podido dejar de leer cada relato, son muy buenos, felicitaciones.

Nancy dijo...

Gracias Psychopsia, que bueno que te guste y que rías, jajaja yo también me río mucho con lo que me cuentan . Saludos.

Psychopsia dijo...

Hace muchos dias que no pasaba por aqui, pero estare comentando mas seguido. Muy bueno lo que escribes.

Hasta pronto!

Nancy dijo...

eres siempre bienvenido, Psychopsia. Saludos

LadyMarian dijo...

jajajaja!! Muy buena técnica! Lástima que no tengo perro. Aunque podría grabar ladridos... ;)

Nancy dijo...

Lady Marian, qué ocurrencia, jajaja, nunca se me hubiera ocurrido pensar en esa idea. Afortunadamente hace tiempo no me molestan... pero ahora soy menos "dramática" para mandarlos de vuelta por donde vinieron.