jueves, 18 de septiembre de 2008

Un santo en el cielo


Hace muchísimos años, por la época en la que yo quería ser monja, salíamos de la escuelita en la zona 1 y teníamos que regresar en camioneta a la casa, en la zona 11. Esperábamos (una eternidad, debo decir) la camioneta en la 10ª. calle y 10ª. avenida, frente a Capuchinas.
Allí, mi mamá y sus cinco hijas esperábamos bajo el sol de las primeras horas de la tarde la dichosa 15 Carabanchel. Allí entendí a un locutor de radio que solía decir: “En este país pasa de todo, menos la camioneta”.
Uno de esos días de insolación y espera, me distraía viéndole formas a las nubes cuando, de pronto, ¡oh sorpresa!, entre los retazos azules de cielo y las vaporosas nubes vi a un santo. Estaba allá arriba, de pie sobre las nubes y, según yo (que para esa época nadie se había dado cuenta que era miope), dirigía su mirada hacia mí.
Me sentí una elegida. No dije nada. Veía a mis hermanas: la Vivi, medio dormida colgando del brazo de mi mamá; la Winy, como clase aparte, con la mirada de “yo a esas ishtas ni las conozco”; la Bele y la Zully, ya ni me acuerdo. Pero todas ellas ajenas a la celestial aparición.
Volvía a ver al cielo y allí seguía el santo sobre las nubes. Hasta que llegó finalmente la camioneta y no lo vi más. De cuando en cuando volteaba a ver por la ventanilla hacia las nubes para ver si el santo seguía conmigo, pero no. Ya no había aparición.
Al día siguiente, mientras esperábamos la camio… otra vez vi hacia el cielo y allá estaba el santito. La aparición se repitió todos los siguientes días, sin excepción.
No sé cuántos días pasaron hasta que llegó el día en que no hubo nubes y, a pesar de mi miopía, me di cuenta de que el dichoso santulón no estaba solo, estaba acompañado de otros dos. Y no estaba parado sobre nubes sino en las torrecitas de la Iglesia de Santo Domingo*.
Primero me di vergüenza, pero luego me di mucha risa. Que bueno que no se me ocurrió contarles a mis hermanas… Si no, quién hubiera aguantado sus burlas.
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*Para los que están en Guate, la iglesia de Santo Domingo queda dos cuadras abajo de Capuchinas (sobre la 12 avenida) . Si alguien se para frente a Capuchinas al nivel del tamañito que yo tendría a los 10 años (que no debe variar mucho del actual) y mira hacia Santo Domingo podrá descubrir entre las nubes al santito de mi historia. Si no hay nubes... se darán cuenta de que sólo es una estatua religiosa sobre la iglesia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja está muy buena esa historia. como soy santa se me aparecio el santo pensaste deplano. saludos

Patty

Anónimo dijo...

Y no que te las llevas de atea pues? Ahora me salís con que querías ser monja, con que mirabas santos... mañana vas a colocar tu historia de cuando le besaste la mano al Papa o cuando te fuiste de romería a ver al Cristo de Esquipulas.

Nancy dijo...

Pronto mi blog dará respuesta a todos los continuará... implícitos y explícitos. De la religión y yo tengo muchocientas historias, por lo que ya veo venir una serie estilo Rocky.