
Amigos todos y todas, bienvenidos a este su blog. Hoy les tengo preparada una excelente historia recientemente protagonizada (y ahora escrita) por Alfredo Vicente, mejor conocido en la blogósfera como Kerosene. Los dejo con este
Testimonio de media noche (en el cementerio)
Siempre que me han mencionado la palabra cementerio me he imaginado el típico escenario de un terreno tenebroso, repleto de lápidas, leyendas, ángeles, demonios y espíritus "malparados" dispuestos a ahuevar a quien sea, sobretodo en la mera noche. Hasta ahora, claro. Les explico por qué.
El viernes pasado acudí con unos compañeros de la oficina al Cementerio General, a las 11pm, para realizar un reportaje. La idea, de uno de mis compañeros "créelotodo", era ver qué se vivía en estos lugares, pues Hollywood recrea todo tipo de experiencias en estos sitios, que nada tienen que ver con la cruda realidad: simplemente son un repositorio de cadáveres y mierda.
Entramos en plan Indiana Jones, esperando escuchar todo tipo de historias, pero los guardias, muy tranquilos, nos dijeron que a quienes había que temer es a los vivos (mejor dicho, a los cacos). Eso me puso un poco de nervios, pues sólo me faltaba ser asaltado, bajo la lluvia, por un grupo de mareros en un cementerio.
Conforme pasaron las medias horas, fuimos adentrándonos en el místico sitio, que ha visto viajar al más allá a todo tipo de gente, con y sin dinero, con y sin familia, y con y sin huevos (o manos, cabezas, etc). El asunto es que, pasada la media noche, quisimos caminar hasta el tope (al barranco sobre el basurero), en donde hay unos arboles "tétricos", llenos de prometedoras aventuras oscuras.
He de confesar de que a esas alturas de la noche y el recorrido, con el silencio y la oscuridad, pese a ser escéptico de muchas cosas, creció en mí un nerviosismo peliculesco. Al llegar al tope, frente al basurero, donde abundan los zopes que forman un paisaje siniestro sobre los árboles, el suspenso se incrementó. Lo sentía en mis compañeros, en en mí, y en el ambiente que se respiraba. Pasaron los minutos, esperando a que el fotografo hiciera rapidamente su trabajo, viendo el escalofriante paisaje que se presentaba... me alejé un poco del grupo, y ahí fue cuando sucedió... Ploff! Un fuerte golpe en mi cabeza, me hizo girarme y gritar lo primero que suelo responder ante esas situaciones: "qué putas!"
Al girarme, vi que sólo estaban mis compañeros, como si nada hubiera pasado, y me toqué la cabeza para sentir qué había sucedido. Pude palpar una textura como de tierra, y pensé que alguien me había tirado cosas del suelo, pero inmediatamente deduje que algo del cielo había caído, probablemente de los árboles. Al oler mi mano, descubrí el por qué los guardias del cementerio nos habían advertido de que, al entrar al área del barranco (al tope), nos encontraríamos a los "albañiles". Caca de zope en la cabeza, 1am.
En ese momento lo que había en mí llamado miedo pasó a llamarse "encontrá una puta regadera ahora mismo" y me dirigí, a unas cuantas cuadras, al área de las tumbas de la policía nacional civil, metiendo la cabeza bajo un grifo de agua que había en un tanque. Luego de lavarme, me agarró pánico, pero no por los fantasmas, ni por los zopes, sino porque estaba en el área de la pnc. Salí de ahí corriendo... Amigas y amigos, ahora cuando pienso en tumbas, lápidas, entierros, muertos y buitres, inevitablemente recuerdo mi cagada de media noche. Y me convierto, aún más, en escéptico embarrado. Lo bueno es que ya puedo decir, que se cagaron en mi, y a media noche en un cementerio. Dicen que es de buena suerte, pero para mi (y más para mis compañeros) fue un "cague" de risa. Saludos!
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