lunes, 27 de octubre de 2008

De temblores y terremotos I


En este territorio de volcanes suelen abundar historias de lo que la gente vivió durante un temblor. De hecho, hasta hay una expresión que dicen las abuelitas: "por aquello de los temblores..." Es decir, es hasta parte del folclor.

Pues bien, resulta que mi difunto marido, (difunto por lo de marido, pues él está vivito y coleando y, de paso, hasta lee este blog) es oriundo de Honduras, donde ni tiembla y lo único que recibe ese gran territorio son amaqueos de cuando tiembla en los vecinos Guatemala, El Salvador y Nicaragua.

Es decir, él y sus paisanos no están acostumbrados a que se les mueva el piso. Por esa razón un temblor es "noticia" en territorio catracho. Al menos lo era a finales de los ochenta, cuando me tocó vivir un temblor que yo ni sentí, pero fui testigo de la alharaca que armó la gente. Incluso las radios de música popular interrumpieron su programación y abrieron los micrófonos para que la gente se expresara. Fue toda una novedad.

En fin, esta introducción es para que se hagan una idea de por qué los catrachos pueden hacer cosas insólitas en un territorio donde sí tiembla de verdad.

¡Tiembla! ¡Tiembla!

Debe haber sido como en 1994, más o menos, cuando vivíamos en una colonia de San Cristóbal. Aquel era un lugar tranquilo, con vecinos relativamente tranquilos.

Una noche, como a las 7, hubo un temblor bastante sensible. Como estamos acostumbrados, creo que nadie se movió de su lugar y todos en el vecindario seguimos haciendo lo que estabamos haciendo. Todos, menos uno: mi ex, que estaba leyendo en calzoncillos, salió corriendo a la calle y gritando ¡Tiembla! ¡Tiembla!

De más está decir que su presencia en la calle en paños menores fue motivo de curiosidad de los vecinos, que ni se mosquearon con el remezón, pero sí se asomaron a las ventanas para ver el espectáculo.

10 comentarios:

el Kontra dijo...

Después de esa seguro que ya no leyó los periódicos en paños menores.

Lena yau dijo...

JAJAJAJA
JAJAJAJA
JAJAJAJA
JAJAJAJA!!!!!!!!!!

Imagino que se sumaría a los dichos populares...

Eso pasó el año del catracho en calzoncillos....

jajajajaja

Nancy, gracias, por la visita y por las palabras.....tienes un lindo espacio, nos seguimos leyendo, guapa!

Me gustaría saber el origen de la palabra catracho...Y también me gustaría saber qué nombre usan los de Honduras para referirse a los de Guatemala....

Me encantan esas historias!

Un abrazo desde Madrid!

Johan Bush Walls dijo...

Creo que hiciste bien en dejarlo, es vergonzoso ver al marido de alguna vecina correr en calzoncillos, es un feo espectáculo, imaginate si hubiera sido en el 76, ese hombre todavía no habría parado de correr.

Salú maestra.

Nancy dijo...

Kontra
yo creo que si mi ex volviera a vivir en Guate, saldría corriendo de la ducha si temblara. jajajaja
Lena
Gracias por tus palabras. Me encanta tu blog, no soy muy dada a comentar poesía pero la tuya es tan linda, me atrapó.
La palabra catracho, hasta donde recuerdo, viene de un militar hondureño que peleó en tierra nicaragüense (no sé si en contra o a favor del filibustero William Walker). Este hondureño era de apellido Xatrux (catalán, vasco o algo así) y poco a poco el resto de los compañeros empezó a llamar xatruxes a los demás hondureños. Y como las palabras sufren metamorfosis con el paso del tiempo, degeneró en catrachos.
A los guatemaltecos, el resto de centroamericanos nos llaman chapines. Hay varias hipótesis del origen de este "gentilicio", pero la más común es que durante la colonia, por ser Guatemala la Capitanía General de Centroamérica, sus habitantes eran los que más viajaban a Europa. Al volver, traían los zapatos a la moda europea llamados chapines. Así que por lo general al ver a alguien con "Chapines" se sabía que eran de la capitanía... y así nos fue quedando el nombre. Hay quienes se molestan por este nombre pues dicen que es un peyorativo... pero la historia es un poco larga. Otro día te la cuento.
Otro abrazo transatlántico.

Nancy dijo...

Johan
Este mi ex, ahí donde lo ves, es mero pilas para muchas cosas. Es mero valiente y aguerrido, pero definitivamente su lado débil son los temblores. jajajajajaja

Abril dijo...

Yo vivia en un edifio pero luego de un par de buenos temblores decidi buscar algo al raz de la tierra.

Roberto dijo...

Yo vivi en un edificio en el centro y era para morirse de infarto cada vez que temblaba. Igual que abril busque mejor algo mas cerquita de la tierra.

Patricia Cortez dijo...

me recordaste a una señora de la zona 3, que vivía en una colonia donde hay barranco y algunas casas se fueron al fondo en el terremoto del 76. ella es muy amable y solidaria y salió y estuvo ayudando a los vecinos y llevando y trayendo cosas, cuando amaneció y la luz del día la iluminó, apareció una vecina y le dijo "gracias por todo chula,tenga" y le dio UN CALZÓN. resulta que la doña andaba con un camisón largo de nylon transparente y sin ropa interior...
Roberto: yo también viví en el edificio el centro y con mi pareja decíamos que en cada oscilación, nos daba tiempo de pasar pidiendo una hamburguesa a macdonalds y pagar en la siguiente.

PROSÓDICA dijo...

jajaja si cada vez que temblara se quitara la ropa el hombre, ha de haber sido todo un espectáculo jajaja.

Narras de una forma muy sencilla y clara, como si uno estuviera hablando con una compañera o la vecina jajaj. Las fotos o dibujos que pones son lo mejor, realmente creativas.

Yo vivo en un 11 nivel y me siento más segura aquí que en muchos otros lugares al ras jajaja. Cosas de la vida.

Nancy dijo...

jajajaja Patricia, qué grandes historias. Pobre mujer, qué clavo. Imagino que todos los hombres estarían muy agradecidos de semejante angel guardián.
Yo nunca viví en un edificio, pero con Moscardón y Kerosene pensamos colocar algunas historias de apartamentos, así que ya saben chicas y chicos que serán bienvenidas sus historias.
Roberto, es cierto, te visité en el Edificio El Centro.
Prosódica, gracias por tus comentarios. No sé si ya lo he dicho antes, pero la idea es contar aquí las historias que un día me gustaría contar a mis nietos (si los llego a tener). Pero por aquello de que me falle la genética (tengo una abuela de 101 años) o que la violencia indiscriminada me adelante el viajecito, pues mejor me pongo a escribir esas memorias y, de paso, se las comparto.