jueves, 16 de octubre de 2008

Otro casi asalto

Mi amigo Ángel Elías me envió otra de sus historias insólitas. No recuerdo cuándo, lo cierto es que hasta hoy encontré el correo.
Quizá mañana pueda contar la historia en la que aparecí como una zorrita en una página web de zorritas. Mientras tanto, los dejo con esta historia que encierra una lección de astucia femenina..

Nancy

Una amiga hace algunos años me contó su experiencia frente a un asaltante.
Sucede que esta amiga es un poco, cómo decirlo, extravagante para vestirse, ustedes comprenden. Es siempre el centro de atención a los lugares que llega. Además de una muy buena poeta de décimas. Y por supuesto declamadora.
Ella siempre anda luciendo sus collares, aretes y anillos de oro. Esto porque es fanática a todo lo que brilla. Aunque sabe perfectamente en qué tipo de país vive, también toma sus precauciones, cuando viaja en bus, pues pasa casi desapercibida.
Esa vez su hijo la traía en el carro, regresaban de una fiesta. Pero él recibió una llamada. Y tuvo que decirle a su mamá que tenía que ir a la oficina solucionar un problema. Como ya se encontraban cerca de la casa ella le dijo que no se preocupara, que regresaría en bus.
Menudo asunto. Ella se baja del carro y toma el bus hacia la zona 12 de esta capital. A todo esto, no se quitó ni las alhajas ni lo que llevaba presumiendo. Ya dentro del bus un tipo, que según ella, a leguas se le veía lo delincuente, al acercársele le dice –que bonita está esa tu cadena.
Ella al verse en esa situación, le responde –ta’bonita verdad vos, se la acabo de bajar a una ruca allá el trébol.
El tipo abre los ojos y se le queda viendo. –al principio se opuso la vieja –continuó –pero como éramos cinco no pudo chistar la doña. El tipo no le creía, y le preguntó que cómo trabajaba.
-pues –dice mi amiga –nos reunimos los compas y le ponemos a la mara allá en el guarda y otras veces por la U. –a la que buena onda –le dice el otro, acercándosele y tratando de meterle la mano entre la falda. –¡tranquilo vos! –le dice ni amiga–si no querés que tu puye ahorita. El bus corrió algunas cuadras más.
Bueno aquí me quedo –dice mi amiga. –órale, a ver cuándo nos encontramos otra vez, o nos choteamos en la U –le dice antes de bajarse presurosa.
Cuando estaba en la parada le temblaba todo el cuerpo, y como pudo se fue caminando para su casa.
Ángel Elías
www.angelgt.blogspot.com

6 comentarios:

Nancy dijo...

¿Por qué cada historia que leo o me cuentan, o de la que me entero me recuerda otras muchas? Dicen que cuando uno se pone a recordar es porque está viejito, y a mí este blog me ha disparado una serie de recuerdos que para qué les cuento.
Pero, sobre la historia, mis respetos. Esa señora amiga de Ángel es súper pilas. ¡Qué sangre fría!

Patricia Cortez dijo...

allí por el congreso había unas chavas que se le paraban a uno enfrente y le decían "dame un quetzal" y luego a ponerle a uno.
yo andaba bien enojada, no me acuerdo por qué, pero cuando la chava se me puso enfrente le dije: "mejor te parto la madre, no crees"
y se asustó, supongo que me veo peligrosa

Roberto dijo...

Patricia, eres una mujer de armas tomar. Creo que las mujeres en general llegan incluso a ser temerarias, bien por ustedes.
Nancy, tenés razón, la mujer de la historia fue muy creativa e inteligente, pero sobretodo valiente.

Angel Elías dijo...

Saludos
Nancy en efecto cada historia se conecta una con otra, asi como las personas, nos recuedan a otras, no es signo de vejez sino de que ya fue hace tanto tiempo que paso que de alguna manera lo recontruimos de los retazos, pero no es por vejez. jajajaja

Patricia: asi se hace, creo que de alguna manera el guatemalteco es tan pasivo que no esperan una reaccion diferente a la programada, y al tener esa reaccion no saben que hacer.

Roberto: las mujeres encierran algo que los hombres no tenemos, el elemento sorpresa.

Nancy dijo...

Ay Patricia, yo de plano tengo mucho que aprender de mujeres como tú. Una vez iba a traer el súper Chevy a un parqueo cerca de mi trabajo, pero en el camino debo atravesar un medio callejón. Yo, como buena despistada, iba muy campante con unos aretes nuevos muy lindos. Eran de oro y, como eran argollas, eran muy vistosas. De pronto se me acercó una pareja. La mujer me pidió dinero y como le dije que no tenía (pues sólo llevaba las llaves del súper Chevy en la mano) me dijo: "entonces te voy a quitar esos aretes".
Y yo, que soy fanática de los aretes, le respondí "Ay no, mis aretes no" y salí corriendo. Un señor que iba sacando su carro y se dio cuenta de todo, les atravesó el carro y ellos ni tiempo tuvieron de hacer nada.
Roberto y Ángel, tienen razón.
¡Salud!

el Kontra dijo...

Jajaja... pilas pilas... pero no tanto como Patricia, "mejor te parto la madre" no se anda por las ramas la profesora.