Mi hermana que vive en Pana vino a Guate el fin de semana y trajo deliciosas guayabas cuyo olor siempre me hace recordar una de mis historias más queridas.
Se equivocan si piensan que voy a comentar alguna entrevista con García Márquez o una anécdota en el Guacamolón, alias el Palacio Nacional (hoy) de la Cultura. Lo que voy a contarles ahora es esa historia cuando por primera vez sentí maripositas en el estómago y antes de dormir suspiraba con un nombre secreto atrapado entre los labios. Si, la de my first love.
Se equivocan si piensan que voy a comentar alguna entrevista con García Márquez o una anécdota en el Guacamolón, alias el Palacio Nacional (hoy) de la Cultura. Lo que voy a contarles ahora es esa historia cuando por primera vez sentí maripositas en el estómago y antes de dormir suspiraba con un nombre secreto atrapado entre los labios. Si, la de my first love.
Tenía yo casi 13 añitos cuando entré a primero básico y por primera vez debía llevar un curso de mecanografía, pero éste era vespertino. Así que después de clases me iba con mis hermanas a almorzar a la casa (zona 11) pero luego debía regresar con mi papá al centro (zona 1). Como mi papá debía ir a trabajar, no podía esperar a que abrieran la academia del instituto. Así que me llevaba donde una compañera que vivía cerca. Luego salíamos las dos rumbo al instituto y de regreso debía pasar el resto de la tarde en la casa de mi amiga, hasta que mi papá me llegara a recoger.
Pues bien, el primer día yo toqué la puerta. Cuando ésta se abrió, sentí como si una corriente eléctrica me hubiera atravesado el cuerpo. Un chico lindísimo abrió. Tenía más o menos mi edad ojitos color miel y unas pecas que acentuaban sus rasgos angelicales.
Pregunté por Lily* y enseguida la llamó, luego desapareció dejándome una sensación extraña, con deseos de volverlo a ver y de saber más sobre él.
Esa misma tarde hubo sesión de padres de familia, entonces no tuve que esperar a mi papá en casa de Lily, sino en el instituto, donde estaría mi mamá. Pues bien, al terminar la sesión, Ana*, la hermana mayor de Lily (y quien llegó en representación de su mamá) se me dejó ir directo a la yugular para clavarme un comentario insólito:
- Le gustaste a mi hermano J.A**.
Yo sentí que me había dado fiebre, pero sólo en las mejillas. No dije nada, me escondí, sentía cierta vergüenza, pero a la vez cierta felicidad: "le gustaste a mi hermano J.A", el solo recuerdo de la frase hacía que mi corazón bombeara con más fuerza. Ah, pensaba para mí, así que fue mutuo el flechazo. Ahora, además, tenía conmigo el nombre que tanto quería saber y no tuve que preguntarlo...
Poco a poco me fui familiarizando con aquella casa llena de hermanos y hermanas. Lily y yo jugábamos casi toda la tarde y aunque a ella le molestaba que su hermano J.A. (que era un año mayor que nosotras) se nos uniera, pronto él encontró el pretexto para que los tres pudiéramos coincidir. Era la época de las guayabas y ellos tenían un árbol que daba muchas. Así que él las cortaba y los tres comíamos aquellos deliciosos frutos sentados en la terraza de su casa.
Aquellas fueron unas hermosas tardes que recuerdo con alegría. Lily resongaba porque J.A le dejaba las guayabas más verdes y feas y me daba las mejores a mí. Él le decía que así debía ser porque yo era la invitada.
Creo que nunca comí guayabas más dulces en mi vida. Los meses pasaron y la amistad creció. Con ella también el aleteo de las mariposas en mi estómago cada vez que lo veía. Nunca me dijo nada ni yo a él. El tiempo de las guayabas terminó, pero ahora se hacía más fácil encontrar otros pretextos para estar juntos los tres. Lily no estaba del todo contenta con la presencia de su hermano, pero ignoraba que J.A y yo no estábamos contentos con su presencia.
Un día, para el cumpleaños de alguna de mis hermanas nvitamos a Lily, J.A. y a otras de sus hermanas que eran compañeras de mis hermanas. Mi papá los llegó a traer a su casa y pasamos muy contentos aquella fiestecita familiar. Por la noche, cuando los fue a dejar a su casa, yo me apunté para acompañar a mi papá y a mi hermana mayor. Hubo una charla fuera de la casa y luego llegó la despedida. Resulta que aquella noche los hermanos mayores estaban allí también y se despidieron de nosotras con un besito en la mejilla. Fue el momento que J.A. aprovechó para acercar sus labios a mis mejillas y despedirse con un besito. El más hermoso beso que me haya dado un hombre. ¿Pueden creer que cerré los ojos para sentirlo mejor?
Se imaginan, aquella noche no dormí, no me lavé la cara, no dejé de repetir su nombre para mí.
El tiempo pasó, seguí llegando a aquella casa hasta que terminó el año escolar. Nunca me dijo nada ni yo a él. Luego, vinieron las vacaciones y, como dice la melodía, el tiempo todo lo borra (bueno, casi todo). Dejé de frecuentar aquella casa, seguimos siendo amigos. No sé cuándo dejé de sentir las maripositas revolotear dentro de mi estómago, ni a partir de cuándo se me olvidó decir su nombre antes de dormir.
Pero cada vez que recuerdo aquellos días pienso que fue una experiencia maravillosa. Sentir ese amor tan inocente y puro que se contentaba nada más con estar cerca, con recibir las mejores guayabas, es de lo mejor que me ha pasado en la vida. Por eso para mí será siempre muy especial ese olor, el olor de la guayaba.
___
*Nombre ficticio
**Siglas reales
Pues bien, el primer día yo toqué la puerta. Cuando ésta se abrió, sentí como si una corriente eléctrica me hubiera atravesado el cuerpo. Un chico lindísimo abrió. Tenía más o menos mi edad ojitos color miel y unas pecas que acentuaban sus rasgos angelicales.
Pregunté por Lily* y enseguida la llamó, luego desapareció dejándome una sensación extraña, con deseos de volverlo a ver y de saber más sobre él.
Esa misma tarde hubo sesión de padres de familia, entonces no tuve que esperar a mi papá en casa de Lily, sino en el instituto, donde estaría mi mamá. Pues bien, al terminar la sesión, Ana*, la hermana mayor de Lily (y quien llegó en representación de su mamá) se me dejó ir directo a la yugular para clavarme un comentario insólito:
- Le gustaste a mi hermano J.A**.
Yo sentí que me había dado fiebre, pero sólo en las mejillas. No dije nada, me escondí, sentía cierta vergüenza, pero a la vez cierta felicidad: "le gustaste a mi hermano J.A", el solo recuerdo de la frase hacía que mi corazón bombeara con más fuerza. Ah, pensaba para mí, así que fue mutuo el flechazo. Ahora, además, tenía conmigo el nombre que tanto quería saber y no tuve que preguntarlo...
Poco a poco me fui familiarizando con aquella casa llena de hermanos y hermanas. Lily y yo jugábamos casi toda la tarde y aunque a ella le molestaba que su hermano J.A. (que era un año mayor que nosotras) se nos uniera, pronto él encontró el pretexto para que los tres pudiéramos coincidir. Era la época de las guayabas y ellos tenían un árbol que daba muchas. Así que él las cortaba y los tres comíamos aquellos deliciosos frutos sentados en la terraza de su casa.
Aquellas fueron unas hermosas tardes que recuerdo con alegría. Lily resongaba porque J.A le dejaba las guayabas más verdes y feas y me daba las mejores a mí. Él le decía que así debía ser porque yo era la invitada.
Creo que nunca comí guayabas más dulces en mi vida. Los meses pasaron y la amistad creció. Con ella también el aleteo de las mariposas en mi estómago cada vez que lo veía. Nunca me dijo nada ni yo a él. El tiempo de las guayabas terminó, pero ahora se hacía más fácil encontrar otros pretextos para estar juntos los tres. Lily no estaba del todo contenta con la presencia de su hermano, pero ignoraba que J.A y yo no estábamos contentos con su presencia.
Un día, para el cumpleaños de alguna de mis hermanas nvitamos a Lily, J.A. y a otras de sus hermanas que eran compañeras de mis hermanas. Mi papá los llegó a traer a su casa y pasamos muy contentos aquella fiestecita familiar. Por la noche, cuando los fue a dejar a su casa, yo me apunté para acompañar a mi papá y a mi hermana mayor. Hubo una charla fuera de la casa y luego llegó la despedida. Resulta que aquella noche los hermanos mayores estaban allí también y se despidieron de nosotras con un besito en la mejilla. Fue el momento que J.A. aprovechó para acercar sus labios a mis mejillas y despedirse con un besito. El más hermoso beso que me haya dado un hombre. ¿Pueden creer que cerré los ojos para sentirlo mejor?
Se imaginan, aquella noche no dormí, no me lavé la cara, no dejé de repetir su nombre para mí.
El tiempo pasó, seguí llegando a aquella casa hasta que terminó el año escolar. Nunca me dijo nada ni yo a él. Luego, vinieron las vacaciones y, como dice la melodía, el tiempo todo lo borra (bueno, casi todo). Dejé de frecuentar aquella casa, seguimos siendo amigos. No sé cuándo dejé de sentir las maripositas revolotear dentro de mi estómago, ni a partir de cuándo se me olvidó decir su nombre antes de dormir.
Pero cada vez que recuerdo aquellos días pienso que fue una experiencia maravillosa. Sentir ese amor tan inocente y puro que se contentaba nada más con estar cerca, con recibir las mejores guayabas, es de lo mejor que me ha pasado en la vida. Por eso para mí será siempre muy especial ese olor, el olor de la guayaba.
___
*Nombre ficticio
**Siglas reales
12 comentarios:
oooooooooooh que ternura de historia.
Mi primer amor, asi tan inocente.... ese que me hizo sentir un ciento de mariposas revoloteando en el estomago. Y que solo con una mirada y una sonrisa te daba la carga de baterias necesarias para el proximo reencuentro de miradas.... aaaaah ese tambien me paso como a los 12 estaba en primero basico...
aaaaah que lindos esos tiempos verdad?
Va, pongámonos sweet pues, mi primer amor es la mujer con la que estoy casado. ¿Qué les parece esa?. A ver quién me gana a sweet.
Saludos
awwwwwwww.... qué bonitoooooo!!!!
yo creo que nunca tuve un amor inocente...
a veces me lamente haber crecido tan rápido! jajajaja
saluditos!!
...pero volviendo a las guayabas. Mi forma favorita de comerlas es en la jalea que hacen en El Pedregal, en Santa Apolonia. Se parece a la jalea de Callejas, en Nicaragua, y su particularidad es que es colada en sacos,entonces sale clara, como si fuera miel de abejas. Mmmmmmm.
me gustan las guayabas pero en jalea. En la casa de mi abuela había un guayabal, así que cada vez que alguien habla de la fruta, la recuerdo a ella.
Mi primer amor fue a los 4 años de edad jajajaj precoz la patoja jajaj. En serio!... un niño de mi clase.... de allí cuando tuve un poco más de conciencia, mi segundo amor fue a los 13 años.
Linda historia nancy. Me sorprendiste por completo con algo tan tuyo.
abrazos
Por esas guayabas vale más la pena luchar.
Linda historia Maestrísima del Paint. Yo soy tan enamorado que ya recuerdo quien fue mi primer amor, una de mis maestras creo.
Al igual que Prosódica, me encanta la jalea de guayaba.
Saludos
Que buena historia Nancy, me hiciste recordar aquella epoca, bella epoca; ahhhh esos amores eran buenos!!!
Tu recuerdas las guayabas, yo recuerdo una flor, que era el nombre de una chavita lindisima, que para que te cuento....
Saludos
Ay! Nancy!
Me has devuelto tantas cosas con tus letras!
Las guayabas que hace tanto que no como....(mataría por una galleta de soda con mermelada de guayaba)...
Repetir sin cansarme un nombre hasta quedarme dormida y volverlo a repetir al abrir los ojos como primer paso del dia....
El amor contenido, callado, no dicho, latente, el secreto no oralizado, preso en ambas bocas, mutuo...
Y el aleteo...ese aleteo...
Me encantó leerte y volver a mí...
Muchos besos!
Fernando: creo que nadie te gana a
sweet!!!!
:)
Nancy
qué recuerdos más bellos. la primera vez que sentí mariposas, no estoy seguro si fueron en el estómago, fue con la cantante del abba. con agheta.
ahhhh... me enamoré perdidamente de ella.
y en persona, creo que fue de una mujer que en el barrio le decían temblereque, porque le temblaban bien bonito las nalgas.
ahhhh... también me enamoré perdidamente de ella.
con ninguna de las dos hubo algo, lamentablemente.
Esta historia me recuerda las maripositas que sentia cuando tenia 11 años, por un chico del instituto militar que estaba a la par de la escuela de niñas donde saque la primaria, pero la maestra me hizo volver a la realidad con un par de coscorrones. Las guayabas de guiras las comiamos con los ojos cerrados, por si tenian gusanos, asi ni los sentiamos.......MaR
Abril, tienes razón, lindos, lindos.
Fernando, eres el más sweet de todos. Por algo les di el beneficio de la duda, pues soy la persona más antimatrimonios del mundo mundial. Creo que lo de ustedes es algo súper especial. Larga vida a ese amor. Felicidades.
Miss Penny, no te lo puedo creer. Haz memoria, por ahí encontrarás esas maripositas escondidas.
Luisfi, a mí las jaleas no muy que. Yo prefiero comerme las guayabas enteras.
Jajaja Prosódica, con que a los cuatro añitos ¿no? Picarona.
¿Te sorprendí? y bueeeee así soy yo, una cajita de sorpresas.
Kontra, no te lo puedo creer. De verdad no puedo creer que una persona olvide todos esos detalles pero principalmente a la persona que se los provocó.
Alexxx, me dejaste pensando y escribiendo todos los nombres de flores que les ponen a las mujeres.
Lena, querida, qué bien hace recordar esas cosas ¿no?
Don Juan Carlos de bom bom, qué bueno verlo por este su blog. Me has hecho reír con tus amores, principalmente la Temblereque.
Con que un tu chafita, ¿no MaR? Qué lindos esos tiempos. Y bueno, dicen que las guayabas y los mangos tienen gusanos. Yo digo que son del color de la fruta, y que tienen el mismo sabor que la fruta, así que ni me fijo.
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